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¿Hay una vida antes de la muerte?

¿Hay una vida antes de la muerte?

Peter Kopa, Praga, 20.7.2022

https://www.youtube.com/watch?v=uE1jc9toaTU&t=407s

Nadie quiere ser desgraciado

Una de las cosas que recuerdo muy vivamente, de mis dieciocho años vividos en Zúrich, fue una pintada que preguntaba en son de protesta: ¿hay una vida antes de la muerte? El autor ha sido probablemente un joven lleno de esperanzas cara al futuro, pero también embargado del ambiente de finales de los ochenta del siglo pasado. Es un grito que pide ayuda, que pide verdad, justicia y paz. Es también una acusación a la generación de sus padres, que no le han ensenado por dónde va el camino hacia la felicidad. Es evidente que ningún hombre tiene la libertad de no querer ser feliz, y no sólo en esta vida, sino que para siempre. Y esto a pesar de no tener una fe religiosa, porque esto está grabado profundamente en nuestro ADN. Cómo ser feliz

Siguen unas reflexiones inspiradas en un libro del Prof. Michael Pakaluk, quien se doctoró en filosofía en la Universidad de Harvard, donde estudió Lógica Filosófica con W.V. Quine, Burton Dreben y Warren Goldfarb, Filosofía de la Ciencia con Hilary Putnam y Filosofía Política con John Rawls.  Rawls dirigió su tesis, «Teoría de la amistad en Aristóteles», y Sarah Broadie (entonces en Yale) también formó parte del comité de tesis.

La felicidad como sueño en la historia

Todas las luchas, esfuerzos y estremecimientos en la historia, tanto a nivel personal como social, en el fondo siempre han buscado vivir mejor, ser más, tener paz y felicidad. En el siglo XVIII ha sido formulada esta tendencia natural por la reflexión filosófica. Ya antes, el santo Tomás More trata en su libro ˇUtopía´ esta ansia profunda y universal: un mundo el que todos son iguales y libres, una sociedad en la que todos son buenos, y, por tanto, haciendo siempre el bien, sin imposiciones algunas por parte de las instancias coercitivas como lo son la policía, los tribunales y las prisiones.

Esta visión angelical ha sido recogida por Jean-Jacques Rousseau, pero la ha entendido y malogrado por sus profundos prejuicios racionalistas, convirtiéndola en el fundamento de su principio dogmático de que todo hombre es bueno por naturaleza, envuelto todo en una vaporosa atmosfera meramente deísta. Y este principio está en diametral oposición a la enseñanza judeo-cristiana, que acepta la bondad intrínseca del hombre, pero sin negar que su naturaleza está herida y deformada por el pecado original de Adán y Eva. En el pensamiento filosófico entonces predominante, siempre se ha dado por supuesto esta dualidad, sobre el trasfondo de la revelación cristiana, ofreciendo una segura esperanza de alcanzar la vida eterna.

La Revolución Francesa de 1789 ha enfrentado estas dos formas de ver el destino del hombre, estas dos maneras de sonar la felicidad: la visión atea contra la visión de fe. Como es bien sabido, en el nombre de la revolución han muerto dos millones de personas, porque se trataba de liquidar el antiguo régimen de la nobleza y la Iglesia Católica.

Con la perspectiva de los siglos transcurridos, hoy vemos que esta revolución no ha logrado el advenimiento del paraíso terrenal, si bien ha logrado algunas conquistas positivas, pero a un precio demasiado alto. Y ha habido luego más revoluciones en Francia, en 1830, en 1848 y en 1870, inspirados por el mismo espíritu anticristiano en formato jacobino que no ofrece una vida antes de la muerte.

El sueño ruso

La revolución de 1917 no ha surgido espontáneamente de las masas rusas de las ciudades y del campo, sino que su justificación ideológica fue inoculada mediante el virus marxista introducido desde fuera por Lenin. Ciertamente había en el campesinado y en las clases bajas un ambiente de descontento y de protesta contra el Zar, lo que probablemente haya sido uno de los elementos que habrán podido favorecer la difusión del marxismo.

Es bien conocido a dónde ha llevado el marxismo al gran pueblo ruso, como también al pueblo chino, al de Laos, a Cambodia, a Vietnam a Cuba y a Nicaragua: no es posible sonar nada desde el ateísmo porque siempre termina en sangre.

El ´american dream´

A pesar de sus problemas, USA es uno de los países que más ha aportado al progreso del mundo occidental, en los últimos dos siglos, especialmente en el orden económico, social y tecnológico. Yo creo que todavía ahora, la vida en USA es muy buena para la mayoría, que trabaja sin hacer el ruido de los pocos socialmente inquietos que una vez más quieren cambiar el mundo.  Y lo increíble es que su ideología justificante de tantas demostraciones y protestas es totalmente ridícula, al menos para un europeo. Las consignas de acción tipo WOKE, LGTB etc. son tan primitivas, que ofenden a la gran mayoría de los americanos. No son más que refritos del marxismo, en donde se pretende enfrentar dialécticamente el blanco contra el negro, el homosexual contra los normales, la mujer contra el hombre etc.

Todos estos espíritus inquietos son prevalentemente de perfil social y profesional bajo, por lo que no tienen nada que perder. Como dice el Prof. Pakaluk, tienen como denominador común el deseo de destruir la Iglesia y el cristianismo, viendo a USA como un país perdidamente racista que no merece existir, propugnando la libertad sexual absoluta y afirmando que el género individual se determina por la libre elección de cada uno, ¡y que haya no sólo igualdad de oportunidades sino también igualdad en los resultados!

 

La gran batalla en el valle de Armagedón

En proporciones apocalípticas, nunca como hoy las ideologías ateas están atacando en todo el mundo al orden establecido durante miles de años, pretendiendo crear el nuevo orden mundial, en el que nadie tendrá nada -porque todo se habrá robado, y en el que todos serían ´felices´, encerrados en la prisión del control digital absoluto. Y todo indica que nos encontramos ante una enorme acción mundial premeditada y orquestada desde el vértice globalista mediante una organización secreta. La guerra en Ucrania, con todas sus futuras consecuencias, es sólo el preludio de los que se nos viene encima. ¿Qué futuro nos espera?

 

 

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