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Continuamos nuestro artículo reciente sobre Hannah Arendt: https://thinktanklatam.org/2023/10/21/hannah-arendt-hoy/

La pasión de pensar y de escribir

Hannah Arendt es una de las pensadoras políticas más importantes del siglo XX. Sus textos y libros han sido y siguen siendo aclamados y debatidos en todo el mundo. Esto se refiere especialmente a su informe sobre el juicio «Eichmann en Jerusalén» (1963), que desencadenó la primera gran disputa académica internacional sobre la naturaleza, el significado y las consecuencias del nacionalsocialismo. Pero también se aplica a su monumental estudio «Elemente und Ursprünge totaler Herrschaft» (Elementos y origen del totalitarismo) (1951), a sus libros «Vita Activa» (1958) y «Über die Revolution» (La Revolución política) (1962) y a los sutiles retratos biográficos publicados bajo el título «Menschen in finsteren Zeiten» (Hombres en tiempos sombríos) (1968). Nos dice que la política no es un mal necesario, sino la esfera misma de la libertad por antonomasia: Hannah Arendt compromete a la filosofía hacia su responsabilidad social.

La fama póstuma de Arendt no ha dejado de crecer. Especialmente después de 1989, tras el colapso del socialismo real y las revoluciones pacíficas en Europa del Este, sus poderosas descripciones de las posibilidades de la acción política ofrecieron múltiples estímulos para definir su lugar y su comprensión.

Arendt había profundizado en la metafísica, desde Platón hasta Hegel, centrándose luego en la visión filosófica de la de política. En este artículo me voy a centrar en su concepción de la banalidad del mal porque nos permitirá reflexionar sobre esta banalidad hoy.

La banalidad del mal

A Hanna Arendt le estremecieron los crímenes del nazismo, porque no fueron perpetrados por degenerados sexuales, sadistas, psicópatas o fanáticos ideológicos, sino, en su gran mayoría, por personas normales, amorosos padres de familia, gente con un historial de vida honesto, por gente respetuosa de la ley. Ella dijo al respecto: ´Para expresarlo en simples palabras podemos decir que Eichmann, sencillamente, no supo jamás lo que hacía´. Arendt había ido desde USA, como reportera del diario New Yorker, en 1962, a su proceso judicial en Nuremberg, que lo había condenado a la horca. Nos dice que ´Eichmann dijo que lo que más contribuyó a tranquilizar su conciencia fue el simple hecho de no hallar a nadie, absolutamente a nadie, que se mostrara contrario a la solución final. En todo momento actuó dentro del marco impuesto por sus obligaciones de conciencia: se comportó en armonía con la norma general´.

Arendt explica que por estos motivos no se sentía culpable en aquel mundo nazi moralmente corrupto. Que Eichmann llegó hasta el extremo de alegar en su defensa la reformulación del imperativo categórico kantiano que tenía por autor nada menos que a Hans Frank, el lugarteniente de Hitler en Polonia: ´compórtate de tal manera, que si el Fuehrer te viera pudiese aprobar tus actos´. Arendt nos dice que esto es mucho más terrorífico que todas las atrocidades juntas cometidas por los nazis, por cuanto implicaba un nuevo tipo de delincuencia que consiste en ´ser enemigo del género humano´.

Evoluciones análogas al nazismo, hoy

https://www.youtube.com/watch?v=Vknhe2CbvmI

La cooperación activa de los alemanes bajo la dictadura totalitaria nazi puso de manifiesto, según Arendt, ´ el colapso total de todos los criterios morales en la vida pública y privada, como resultado, a su vez, de un largo y complicado proceso de ruptura con la tradición, la religión y la autoridad´. En uno de los países más cultos del mundo, los pocos que se opusieron a todo esto fueron aquellos que se atrevieron a juzgar por sí mismos los acontecimientos, afirmando así su libertad y su capacidad de reflexión racional.

Las conclusiones, hoy ´políticamente incorrectas ‘de Arendt nos inducen a preguntarnos si la banalidad del mal no está también muy extendida hoy en la política y en la moralidad general. La gente en todo el mundo sufre la influencia del materialismo, que lleva a relativizarlo todo, por así decirlo, a la medida del gusto de cada uno. En medio de este desenganche de las leyes naturales que marcan el camino de la moralidad, cada uno puede inventarse su propia justificación a sus actos malos, que es como una mala venda sobre una herida sangrante, que va llevando al silenciamiento de la voz de la propia conciencia. Así, también hoy, el mal se vuelve banal, trivial, porque lo hace la mayoría y porque no hay sanción externa alguna contra él. Incluso los tribunales se dejan corromper en tantos sitios. https://rumble.com/v3rodbv-police-state-a-film-by-dinesh-dsouza.html

Ejemplos de estas banalidades: las ideologías de diseño como el genderismo, la equiparación de las uniones homosexuales al matrimonio tradicional, las excogitaciones del LTGB, WOKE etc. etc. Pero hoy hay además un factor agravante: los opositores no sufren una persecución brutal al estilo nazi, al menos todavía, hasta que el error ideológico llegue a imponerse en la forma de leyes o normales oficiales. Entonces sí vemos cómo aparece la persecución física. Esto lo vemos hoy en tantos profesores que han sido despedidos de la Universidad por no plegarse a exigencias ideológicas, o en médicos que han perdido su licencia profesional por no seguir las indicaciones de la OMS apoyadas por el propio gobierno etc.

Sin embargo, hay muchos motivos de esperanza por un mundo mejor, en el futuro, sobre todo gracias a la fuerza de la verdad. Curiosamente, la verdad de las leyes naturales se busca y obedecen absolutamente, so pena del colapso de cualquier creación técnica o de programación digital. Y esta esfera de la obediencia es absolutamente indiscutida, es lo que se da por supuesto, es el punto de arranque de cualquier proyecto técnico o tecnológico. En cambio, cuando se pasa a la esfera de las leyes naturales que ensenan el camino para la máxima plenificación personal, surge la revisión, y hasta el rechazo de estas normas.

Arendt no entra a estudiar por qué el hombre cae y se revuelca en el mal   moral, porque en su tiempo todavía había un amplio consenso sobre la validez de las leyes morales, ancladas en los diez mandamientos.  La razón más profunda de la existencia del mal moral es un misterio. La revelación cristiana, sin embargo, echa luz sobre esta sombra en el alma del hombre, explicando la inclinación al mal, pero afirmando que es superable mediante la formación del propio carácter cara a las enseñanzas divinas y, sobre todo, mediante la ayuda de la gracia de Dios. https://thinktanklatam.org/2020/12/23/the-good-and-the-evil-ii/

 

 

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