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Función de la religión en USA

https://www.youtube.com/watch?v=e7ytLpO7mj0

David G Bonagura, Jr. es profesor adjunto en el Seminario de San José de Nueva York. Es autor de Steadfast in Faith: Catholicism and the Challenges of Secularism. Staying with the Catholic Church: Confiar en el plan de salvación de Dios. Tradujimos su columna abajo, publicada en The Catholic Thing el 22.10.2022.

Introducción

La importancia fundante y fundamental de la religión respecto al estado lo hemos tratado en diversos artículos de nuestra página (Paralelismos entre J. Peterson y Cristianismo)

Impresiona observar el creciente interés por el tema en los medios, tanto para criticarla o para defenderla. Esto significa que el hombre y las instituciones oficiales sin Dios se asemejan a un barco técnicamente perfecto que navega sin rumbo hacia un iceberg, como el Titanic. Al igual que en la vida del hombre, si no cree y vive según la verdad revelada no podrá alcanzar una felicidad plena.

Sigue el artículo. Los subtítulos son nuestros.

Sin Dios, el estado se convierte en un problema

En la escalera principal de mi alma mater hay una escultura en bajorrelieve única y sin firmar. Se asemeja a La escuela de Atenas de Rafael, pero con una gama más amplia; representa a eruditos y eclesiásticos de la antigüedad y de los primeros tiempos modernos. En el centro no aparecen Platón y Aristóteles. Es una representación personificada de la Religión, entronizada sobre todas las demás figuras. Debajo hay una inscripción en latín que significa: Religión: Rectora de los Talentos y Madre y Maestra de las Ciencias. El gran retorno de la religión

Rectora, madre y maestra: la religión ha desempeñado durante mucho tiempo estas tres funciones para numerosas civilizaciones, siendo nuestros Estados Unidos de América su principal beneficiario. La religión desempeña un papel mediador para las culturas al guiar nuestras pasiones desordenadas y nuestras mentes descarriadas hacia el Dios que nos creó y, por extensión, hacia el bien de la humanidad. La religión, con su conexión con Dios y con el aura de sus rituales, puede motivarnos a procurar la sabiduría y la virtud con más eficacia que las leyes por sí solas. Esta es la función de la religión en USA.

Testimonios irrefutables

Nuestros padres fundadores eran muy conscientes de este hecho. George Washington, en su discurso de despedida, recordó a nuestra naciente nación que «de todas las disposiciones y hábitos que conducen a la prosperidad política, la religión y la moralidad son apoyos indispensables. . .. [La razón y la experiencia nos prohíben esperar que la moralidad nacional pueda prevalecer excluyendo los principios religiosos».

John Adams, en su discurso inaugural, elogió la propagación del «conocimiento, la virtud y la religión entre todas las clases del pueblo, no sólo por su benigna influencia en la felicidad de la vida en todas sus etapas y clases, y de la sociedad en todas sus formas, sino como el único medio de preservar nuestra Constitución de sus enemigos naturales».

Y, por si hubiera alguna duda sobre a qué religión se refería Adams, considero «mi deber añadir» que «una veneración por la religión de un pueblo que profesa y se llama a sí mismo cristiano, y una resolución fija de considerar un respeto decente por el cristianismo entre las mejores recomendaciones para el servicio público.»

Los Fundadores sabían que, para sobrevivir, nuestra república requería ciudadanos virtuosos. La libertad ordenada era el fin; la religión era el medio.

Las amenazas del individualismo

Desde la Ilustración, el objetivo de la libertad ordenada ha ido sustituyéndose por el individualismo. El individuo es ahora más importante que la república, que debe satisfacer todos los caprichos de cada persona. El individuo maximiza su influencia declarando sus deseos más codiciados como «derechos» que ninguna persona o entidad puede quebrantar.

No es de extrañar, pues, que la religión sufra mucho en la Norteamérica contemporánea. Hoy en día, más del veinte por ciento de los estadounidenses no profesan ninguna afiliación religiosa (han sido apodados «los nones»). Convertidos en individualistas por la cultura, estos ciudadanos no tienen interés en una autoridad que regule sus apetitos, ni en una madre o maestro que forme sus mentes. No necesitan un intermediario que les dirija a Dios porque ven a sus dioses cada vez que se miran en el espejo. Por lo tanto, determinan lo que está bien y lo que está mal según su propia voluntad, y actúan como les parece.

Para algunos individualistas exaltados, no basta con apartarse de la religión. Quieren destruirla. Porque es el último recordatorio de la sociedad de que la voluntad del individuo no es el árbitro de la existencia. Con la anulación de la Key Roe v. Wade, han aumentado los ataques (por parte de grupos como Ruth Sent Us) contra las entidades religiosas y sus partidarios. Y la lucha por la libertad religiosa es la respuesta de los creyentes a los intentos de marginar y silenciar la influencia pública de la religión, que es la misma que nuestros Fundadores consideraron vital para una república floreciente.

El problema de la disfunción del gobierno

Por tanto, se comprende que la disfunción del gobierno, del discurso público, de la cultura y de las escuelas haya aumentado en la medida en que la religiosidad en Estados Unidos ha ido disminuyendo. Y ahora lo más urgente es saber cómo puede la religión volver a desempeñar el papel que tuvo antes en la formación de ciudadanos virtuosos para una república virtuosa.

La religión fracasaría si se volviese mundana,  es decir, si pretendiese ser la gobernadora, madre y maestra del estilo de vida individualista. El protestantismo lo ha demostrado definitivamente: los credos de sus iglesias se asemejan ahora al de ciertas organizaciones políticas.

Encontramos en este punto un ejemplo en el Evangelio de S. Lucas. Cuando el hijo pródigo declaró su independencia de la moral y de su familia, su padre le permitió irse. El hijo, como tantos otros a lo largo de la historia, era tan orgulloso que no quiso más servir. En cambio, el padre se mantuvo fiel a sí mismo y a su condición de padre, a pesar de que sabía que su hijo pecaría y provocaría su propia muerte espiritual. Por mucho que le doliera, en su sabiduría era consciente de que su hijo sólo aprendería por las malas.

Cuando el hijo volvió, después de reconocer su pecado, el padre estaba preparado para recibirle.

Igualmente, fiel a su condición paterna, la religión debe estar preparada para el retorno de los estadounidenses de los callejones sin salida a los que el individualismo les hubiese podido arrastrar: al aislamiento, a la angustia perpetua, a la depresión, adicción, a hogares desestructurados, a las masacres con armas de fuego, a los experimentos en la sexualidad humana etc. Necesitan una autoridad, una madre, un maestro. La religión cristiana, cuando honra al Dios Trino en su centro, es la máxima autoridad, madre y maestra que el mundo ha conocido.

Algunos pensadores conservadores han argumentado que, con la creciente inclinación hacia el secularismo en Estados Unidos, que sería mejor afrontar hoy las guerras culturales al margen de la religión. Eso puede ser aceptable si nuestro único objetivo es sólo detener los excesos sociales radicales. Pero si deseamos una tranquilidad sostenible en un orden que esté por encima de los resultados políticos a corto plazo, como lo hicieron los fundadores de la patria que nos precedieron, entonces necesitamos ciudadanos virtuosos, imbuidos de las virtudes cardinales y teológicas.

La religión es fundamental para América. Incluso en la tierra de los libres y en el hogar de los valientes es necesaria una autoridad espiritual, una madre y un maestro que den la forma debida a sus actividades. Si el cristianismo logró someter al salvaje oeste hace 200 años, podrá también convertir el individualismo desordenado en virtud.

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