Por qué hay países prósperos y países pobres
https://thinktanklatam.org/la-destruccion-de-usa
Peter Kopa, Praga, 17.11.2024
Recensión de un artículo en alemán alemán aparecido en Zúrich en estos días, en la NZZ de Zúrich:
Visión general del tema
Resumimos y comentamos las aportaciones científicas sobre el tema de los Prof. Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson, honrados este año con el Premio Nobel de Economía. El problema: «¿Por qué la mitad más pobre de la población mundial gana sólo el 10% de la renta mundial y posee sólo el 2% de la riqueza?» Se trata de investigar porqué hay estas enormes diferencias, ¿de dónde proceden? ¿Y por qué los países más pobres no se limitan a copiar a los más ricos para tener también éxito?
La clave son las instituciones eficientes
Los nuevos Premios Nobel dan respuesta a la primera pregunta, sobre la que ya Douglass North, Premio Nobel en 1993, escribió un trabajo pionero. Además de la mano de obra, capital y recursos, son sobre todo las buenas instituciones las que promueven la prosperidad, marcando una gran diferencia. Concretamente esto se refiere a la seguridad de la propiedad, la seguridad jurídica, un sistema judicial fiable, pero también la posibilidad de ascenso social y participación política activa. Todo esto son requisitos importantes para un fuerte crecimiento económico y una elevada prosperidad.
Acemoglu y sus coautores utilizan datos y análisis de la historia económica desde la época colonial hasta nuestros días, para demostrar que las diferencias institucionales persisten y pueden explicar por qué ha habido diferencias tan duraderas en la prosperidad. El factor decisivo para evaluar las instituciones es si la clase política dirigente busca el bienestar de la población en su conjunto o si, al contrario, está centrada principalmente en aprovecharse injustamente los ingresos de la población para afianzarse en su poder mediante la represión, traicionando a su pueblo.
La respuesta a la segunda pregunta, por qué los países más pobres no se limitan a copiar las instituciones más eficaces y favorables al crecimiento, está estrechamente relacionada con ésta. Las instituciones no vienen simplemente dadas desde fuera, por así decirlo, sino que son el resultado del sistema imperante en un país y de su desarrollo social y cultural. Es decir, hay una evolución a partir de la interacción entre la clase política dirigente y la población.
A grandes rasgos, esto nos lleva a las siguientes conclusiones:
Si un gobierno democrático lo es, realmente, es en todos los sentidos superior a los sistemas autoritarios, gracias a la libertad que permite un diálogo fluido con los ciudadanos. Y esto gracias a que el acontecer político se mantiene bajo control mediante diversas condiciones y equilibrios y que permiten el traspaso periódico del poder gubernativo en base a las elecciones.
Así, los cambios exigidos por nuevas circunstancias se pueden realizar de forma flexible, sin estridencias violentas, lo cual, entre otras cosas, permite la continuidad en la administración del bien común y, sobre todo, en la producción económica en un mercado libre y abierto.
La confianza en los gobernantes
Si los ciudadanos se fían de su gobierno, estarán más abiertos a aceptar o impulsar reformas que fomenten el crecimiento. En cambio, si se pierde esta confianza, las democracias se vuelven inestables y es más probable que prevalezcan las tendencias autocráticas. Sin embargo, por muy positivo que haya sido la competencia sistémica entre autocracia (China, Cuba etc.) y democracia, y el que en los últimos años las democracias hayan estado a la defensiva y el que los autócratas gocen de una popularidad cada vez mayor, es algo pendiente de estudio.
El año pasado, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recogió datos muy reveladores sobre la confianza en los gobiernos nacionales y sus instituciones. En primer lugar, confirma las tesis antes mencionadas. Allí donde una mayor proporción de la población confía en su gobierno, la prosperidad es mayor. Aunque esto no demuestre si es su causa o su consecuencia, la correlación es bastante clara a partir de las consideraciones realizadas. La confianza en la política y sus instituciones no es un requisito suficiente, sino sólo necesario para la prosperidad económica y las sociedades inclusivas.
En segundo lugar, el gráfico también muestra algo mucho más incómodo, que es el alto el nivel de desconfianza en los gobiernos en muchos países occidentales que tendrían que ser los modelos de democracia.
Entre los países de la OCDE que participaron en la encuesta, el nivel de desconfianza es más extremo en los Estados de Europa del Este, debido a la secuela que dejó el régimen comunista hasta 1989: la República Checa, Eslovenia y Letonia. En la República Checa, el 71%, en Eslovenia el 58% y en Letonia el 54% tienen poca o ninguna confianza en su gobierno. Pero en el Reino Unido (57%), Francia (51%), Alemania (49%) e Italia (47%), la falta de confianza en los gobernantes también ha alcanzado niveles preocupantes. No se trata de un fenómeno aislado. Por término medio en los países de la OCDE, la proporción de ciudadanos que confían poco o nada en su gobierno (44%) es significativamente mayor que la proporción de los que confían entre moderada y fuertemente en él (39%). Suiza es una excepción, con un 24% de desconfianza y un 62% de confianza.
Rusia ilustra el peligro
La falta de confianza en la política tiene consecuencias incómodas para la estabilidad de las democracias. Aumenta la probabilidad de que políticos de mentalidad autocrática consigan usurpar el poder y transformar una sociedad inclusiva (como la llaman los nuevos Premios Nobel de Economía) en una sociedad extractiva, en la que los gobernantes se esfuerzan sobre todo por enriquecerse a costa del pueblo. La falta de confianza significa que la población cree menos en la aplicación y realización de las reformas a medio plazo y está menos dispuesta a hacer sacrificios a corto plazo. Por último, indica a la clase política dirigente es menos capaz de confiar en los cambios ordenados de poder y en la protección de la propiedad y que es más probable que tema los acontecimientos políticos perturbadores.
Esto no es sólo teoría. Este planteamiento explica por qué fue tan fácil para Vladimir Putin volver a convertir la Rusia democrática en una autocracia a principios de este siglo: La población no confiaba en los gobernantes y no estaba comprometida con su incipiente democracia, mientras que los gobernantes temían cada vez más un levantamiento popular y la pérdida del poder a medida que aumentaba su prosperidad y se refugiaban en la autocracia y la represión. No sólo los ucranianos (y muchos rusos) sufren ahora las consecuencias.
Pero, ¿qué podría hacerse para fortalecer las democracias en Europa y Occidente y protegerlas de algo similar?
La fidelidad a los principios refuerza la confianza
Los que creen que pueden opinar sobre lo que hace el gobierno confían más en él: https://www.oecd.org/content/dam/oecd/en/publications/reports/2024/07/oecd-survey-on-drivers-of-trust-in-public-institutions-2024-results_eeb36452/9a20554b-en.pdf
Lo mismo se aplica a la cuestión de la transparencia y la evidencia de las decisiones políticas. Cuanto más sea así, mayor será la confianza del gobierno en la población. Por el contrario, el temor a encontrarse en dificultades económicas o financieras en un futuro próximo reduce en gran medida la disposición a confiar en el gobierno.
Las preocupaciones financieras y económicas sobre el futuro reducen la confianza: https://www.oecd.org/en/publications/oecd-survey-on-drivers-of-trust-in-public-institutions-2024-results_9a20554b-en.html
Por tanto, los puntos de partida para restablecer la confianza en los gobiernos serían:
• Reforzar los elementos de democracia directa: habría que dar más derechos a la ciudadanía para expresarse libremente sobre cuestiones sustantivas a través de referéndums e iniciativas ciudadanas. El alto nivel de confianza en el gobierno en Suiza y el alto nivel estable de prosperidad asociado a él no son una coincidencia, sino que son consecuencia de la apertura hacia iniciativas del pueblo como factor codeterminante en la política y en la cultura del consenso en este país, donde el referéndum se tiene como un derecho inalienable.
• Aumentar la transparencia de las decisiones: Los procesos y decisiones han de transparentarse en términos fácilmente comprensibles, controlables y vinculados a pruebas que refuerzan la confianza en el gobierno y evitan las teorías conspirativas. Una amplia transparencia también es importante como medio para contrarrestar la polarización hacia las redes sociales.
• Tomar en serio el impacto social de las crisis económicas y de la inflación: Los temores existenciales reducen la confianza en la política y abren la puerta a los seductores autocráticos. Los aumentos bruscos de la inflación, como los experimentados en Occidente a raíz de la pandemia, golpean con especial dureza a los grupos de bajos ingresos. La sensación de encontrarse repentinamente en una situación difícil, porque la vida se ha vuelto demasiado cara, alimenta el resentimiento político, que continuará durante un tiempo incluso después de que las tasas de inflación hayan vuelto a bajar.
Nuestras conclusiones
En las reflexiones de los premios Nobel, Prof. Daron Acemoglu, Simon Johnson y James A. Robinson aletea una concepción implítica a lo largo de sus reflexiones: que el gobernante tiene que tener un carácter fírmemente afianzado en principios éticos, so pena de ceder ante las tentaciones del enriquecimiento fácil y rápido. Este es el gran problema que desde siempre ha castigado a la sociedad política, y que es equiparable al afán de poder, buscando la propia excelencia. Esta inclinación al mal ha logrado hundir a pueblos prósperos que estaban en condiciones de dar un ejemplo de democracia funcional en el siglo pasado como Alemania (Hitler) e Italia (Mussolini). Hoy vemos a países como Gran Bretaňa y Espaňa, que luchan por salvar la funcionalidad de su democracia ante el impacto del problema inmigratorio, entre otros.
Sobre esto hemos escrito varios artículos: /https://thinktanklatam.org/hanna-arendt-ii-sobre-el-mal/
y /https://thinktanklatam.org/la-conspiracion-de-la-logia-p2-en-italia/
Todo hombre tiene que mantener a raya su inclinación al mal, que es todo un misterio tan tratado por Jordan Peterson y tantísimos pensadores más. La única explicación la ofrece la revelación judeo-cristiana en las enseñanzas sobre el pecado original.
Por tanto, hace falta seleccionar hombres íntegros de alto perfil humano, profesional y hasta económico, tal como lo recomienda Churchill, aduciendo que una tal persona no querrá poner en juego su honor por un acto criminal de robo al pueblo o corrupción. / https://thinktanklatam.org/es-la-democracia-un-engano/