Václav Klaus denuncia al progresismo globalista
La redacción, Praga, 8.5.2024
Conferencia pronunciada por el ex presidente de la República checa, publicada en alemán en el periódico berlinés ˇDeutsche Seiten´, 3. 5. 2024 bajo el título: ´Vaclav Klaus: la Europa de hoy vista desde Praga´. Wikipedia: Václav Klaus fue presidente de la República Checa desde el 2003 hasta el 2013. Anteriormente, había sido primer ministro (1992-1997) y posteriormente presidente de la Cámara de Diputados. Es miembro del Partido Cívico Democrático. Ofrecemos a continuación la traducción al español. Los subtítulos y los enlaces son de nuestra redacción.
Introducción
El artículo original en alemán: https://www.klaus.cz/clanky/5370
Esta noche me han pedido que diga algo aquí sobre la Europa de hoy. Uno de los miembros de su grupo estuvo conmigo cerca de Salzburgo el pasado octubre y me sugirió que dijera algo parecido aquí. Por eso estoy hoy aquí.
En la segunda mitad del siglo pasado, la parte oriental de Europa experimentó algo no sólo trágico sino también muy importante. Por eso nosotros -me refiero a nosotros, los de Europa Central y Oriental- pensamos que, gracias a nuestras experiencias y vivencias en la época comunista, entendemos al mundo el mundo mejor que los europeos occidentales, que carecen de esas experiencias, especialmente los cuellos de botella de la sociedad moderna. Los europeos occidentales pudieron vivir este periodo en libertad y prosperidad. Sin embargo, a los europeos occidentales nos han considerado durante mucho tiempo como unas personas retrógradas, incapaces de comprender y apreciar el mundo actual y todas las maravillas del Occidente. Eso nos molestaba enormemente.
Sin embargo, incluso durante la época comunista, formábamos parte de Europa y del pensamiento europeo. A pesar de todas las dificultades, mirábamos más allá del telón de acero. Incluso entonces, leíamos los mismos libros y veíamos las mismas películas que la gente de aquí. Ciertamente no todo, pero sí las obras principales. Friedrich Dürrenmatt y Max Frisch o Hermann Hesse nos eran bastante conocidos.
Sabemos (y sabíamos) que nos perdimos muchas cosas durante la época comunista. Al mismo tiempo, estamos convencidos de que también entonces aprendimos algo importante. Vivimos la esencia del debate sobre la libertad y la falta de libertad, y esto no sólo teóricamente. Por lo tanto, no nos contentamos con simplistas eslóganes de manual. La actitud de algunos de nosotros ante el mundo actual es, por tanto, más crítica y negativa que aquí en Alemania. Vemos la situación actual como una crisis de fondo de todo el Occidente. En mi instituto de Praga hemos publicado dos volúmenes en checo titulados «La autodestrucción de Occidente».
La autodestrucción de Occidente
En los últimos años nos hemos comparado las semejanzas entre el mundo actual y el mundo de finales de la era comunista, lo que molesta a algunas personas. Estas similitudes son manifiestas para todos los que quieran verlas. Las restricciones a la libertad de expresión son comparables a las de entonces. Hoy ya no se puede hablar libremente, so pena de temer por la propia carrera, por la familia, por la propia libertad e incluso por la propia vida. Como entonces. Insisto de que estoy hablando del comunismo tardío. https://thinktanklatam.org/el-control-secreto-del-mundo/
Ahora estamos de nuevo en una era de conformismo intelectual. No se trata sólo de la evidente restricción de la libertad de expresión, sino también de la aceptación del dominio de una ideología única, que me recuerda al carácter totalitario del comunismo. Me refiero a la doctrina globalista y progresista.
Por eso en mis numerosos discursos (y no sólo en mi país) hablo del arrogante constructivismo de los políticos e ideólogos actuales, de la creciente manipulación de la gente, del adoctrinamiento masivo de las jóvenes generaciones, del paulatino aumento del déficit democrático. En noviembre de 1989, teníamos planes y sueños completamente distintos respecto a la creación de la actual sociedad postdemocrática. Queríamos una economía de libre mercado según el espíritu de Mises y Hayek, y una democracia parlamentaria clásica con partidos políticos claramente definidos en sus idearios. La realidad actual es muy distinta. Vivimos en un mundo ´políticamente correcto´ y cada vez más mono ideológico, propio de la democracia liberal en la que la libertad no es lo primero.
Asistimos a una remodelación fundamental de la sociedad occidental en la línea del progresismo, el ecologismo, el sexismo, el multiculturalismo y otras ambiciones ideológicas contemporáneas. Ponerle freno a esto es el imperativo más importante del presente.
El problema de la inmigración
Permítanme decir unas palabras sobre el tema de la migración. La inmigración masiva actual afecta a la base misma de nuestra sociedad. No es un fenómeno marginal. La inmigración masiva de la era actual no apareció espontáneamente, sino que se preparó ideológicamente durante mucho tiempo y se organizó y se gestionó luego pragmáticamente. La inmigración masiva (desde el Oriente Medio y del norte de África) no fue causada por los migrantes, sino por los políticos europeos. Por eso los inmigrantes están aquí. Me temo que los políticos europeos quieran crear un nuevo hombre europeo, un homo bruxelarum, a partir de los inmigrantes de hoy.
Pero ahora no sólo tenemos la antigua inmigración. También tenemos una nueva inmigración debida a la guerra de Ucrania. Sin duda, los suizos también sienten esta ola migratoria, pero la situación en Europa Central y Oriental es mucho más dramática. Mi país, la República Checa, es el primero del mundo en número de inmigrantes ucranianos per cápita.
Las armas de la infiltración ideológica
Todo esto junto significa que estamos asistiendo a un ataque brutal contra el pasado, el presente y el futuro de la sociedad occidental. Somos testigos de la arrogancia de políticos, burócratas, intelectuales y tecnócratas, que se esfuerzan por dominar nuestra sociedad y, por tanto, a todos nosotros. Uno de los principales problemas actuales es identificar al enemigo de forma clara y comprensible. Pero los progresistas y los globalistas no tienen una doctrina coherente, por lo que el enemigo permanece difuso. El comunismo era un enemigo fácil en este sentido. https://thinktanklatam.org/el-estado-en-crisis/
Sin embargo, destaca un candidato como el enemigo principal. Lo veo manifestarse en los Verdes, «en todas sus formas», como el principal peligro. Dictan la política europea, y especialmente la alemana. El Pacto Verde (Green Deal) es su última ´obra maestra´. Pero los Verdes son sólo una parte del mundo actual. En la actualidad deberíamos hablar también del sexismo, el transnacionalismo, el multiculturalismo, del humano-derechismo y la aparición de nuevos derechos positivos vinculados a él. Estas doctrinas van de la mano, a veces juntas, a veces interactuando recíprocamente, en paralelo y simultáneamente, lo que provoca un importante efecto sinérgico que lleva a la destrucción del mundo actual.
Estoy convencido de que nada de esto ha venido desde fuera. No es una importación de ideas de otras sociedades o incluso civilizaciones. Ha sido «pensado en casa». Aquí, en Occidente. ¿Por qué es así? ¿Qué hemos olvidado o hecho mal? ¿Por qué lo hemos permitido? ¿Por qué fuimos tan imprudentes y poco prudentes? Daré sólo algunas respuestas «provisionales» a estas preguntas.
- La gente en Occidente está básicamente contenta por la prolongada era de paz y prosperidad y no quieren imaginar ni permitir que termine. Creen que esta era -con sólo pequeños altibajos temporales y a corto plazo- duraría por siempre. No se ha advertido su fragilidad en este periodo extraordinario de los últimos setenta o incluso casi ochenta años. No se entienden sus causas reales y la convicción ilusoria de una interminable «marcha hacia adelante “era casi indestructible. Y esto me parece peligroso.
2) Mucha gente piensa que todo lo negativo, en principio, sólo puede encontrarse en el comunismo y en los sistemas totalitarios análogos. El final relativamente rápido y fácil del comunismo les ha convencido de que este acontecimiento también supone el final definitivo de las falsas ideologías y de sus convulsiones sociales. Creo que esto es absolutamente erróneo.
- La gente cree en la permanencia de la democracia y en sus resultados exclusivamente positivos. Creen que la democracia es algo automático que funciona por sí mismo. Desgraciadamente, como estamos viendo ahora, no es así. En su discurso de investidura como Gobernador de California, en enero de 1967, Ronald Reagan hizo su célebre declaración: «La libertad es algo frágil, y nunca está a más de una generación de extinguirse. Cada generación debe luchar por ella y defenderla una y otra vez». Las generaciones actuales no quieren oír esta verdad y esta sabiduría.
La democracia se ha desvirtuado con el debilitamiento de los partidos políticos. Las ONG y los poderosos grupos de interés son ahora más fuertes que los partidos políticos mismos y exigen resultados inmediatos, es decir, evitando la lentitud y la cautela de la democracia. (Esta ha sido la esencia de la discusión entre Václav Havel y mi persona, inmediatamente después de la caída del comunismo).
- la gente piensa que la despolitización de la sociedad es una puerta abierta a la democracia, lo cual es totalmente erróneo. La despolitización no conduce a otra cosa que a la disolución de la democracia en la sociedad.
Estoy seguro de que las razones antes mencionadas, relativas a nuestra ingenuidad de fiarnos de idealismo excesivamente optimista han desempeñado un papel importante en la génesis de la situación actual.
Thilo Sarrazin tiene una opinión similar. En su último libro, «La razón y sus enemigos», nos hace una pregunta inquietante: «¿De dónde les viene la calma?». Los que estamos aquí esta noche no estamos tranquilos, pero esta sala es demasiado pequeña. La gente cree en la fuerza de nuestra democracia actual. Yo no comparto esta creencia.
No veo otra opción que volver a la política de confrontación de ideas, a un sistema de partidos que funcione, a los mecanismos del sistema parlamentario que existían en el pasado. Necesitamos buena política, no politización.
Václav Klaus, 3 de mayo de 2024