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El mito del reparto 1% – 99%

https://www.youtube.com/watch?v=KxjW-HU1BCM

Uno de los lugares comunes más utilizados en materia económica y social es la escandalosa y supuestamente injusta distribución de los recursos económicos entre los ricos y los demás, que se prefiere referir como pobres.  Comentamos abajo un artículo alemán aparecido recientemente en la NZZ de Zúrich, sobre este mito del reparto de la riqueza.

El oráculo de Barack Obama

«La peligrosa y creciente desigualdad es el desafío que define nuestro tiempo», dijo el expresidente de EE.UU. Barack Obama en 2013. Durante más de dos décadas, la narrativa dominante ha sido que la brecha entre ricos y pobres se está aumentando y que el segmento social inferior de la sociedad se está quedando atrás. Con «Occupy Wall Street», esta narrativa ha inspirado todo un movimiento que sostiene la narrativa del 99% en creciente pobreza frente al 1% de personas cada vez más ricas.

Este perjuicio pseudocientífico tiene su origen en el francés Thomas Piketty que decía que el 1% más rico ha ido duplicado su cuota de ingresos en USA. Durante años, los investigadores han criticado repetidamente su trabajo, pero ahora un estudio cuidadosamente elaborado por los economistas Gerald Auten y David Splinter afirma que los datos de los que parte Piketty no son correctos. https://www.youtube.com/watch?v=xj5ttrcVPyg

Según el último informe de la Credit Suisse & UBS, sobre la distribución global de la riqueza, aquellos que tienen más de un millón de dólaresforman parte del 1,1% más rico del planeta, y que están en las manos de 3.5 millones de personas. Abajo está la representación gráfica correspondiente que indica una distribución bien distinta del simplismo demagógico del 1%-99%:

Todo el mundo debería tener suficiente

El supuesto aumento de la desigualdad ha sido explotado hasta ahora por la izquierda, reclamando al estado más impuestos y más redistribución. Además, quieren aranceles a las importaciones y límites estrictos a la inmigración. La acusación es que se está manipulando la economía en detrimento de la mayoría.

Sin embargo, la diferencia de la vida de los ricos y la del ciudadano medio ya no es tan grande, como ocurría hace cien años. Las clases medias tiene hoy acceso a un buen sistema de atención a la salud, pueden permitirse vacaciones o a veces comer fuera de casa. Para el filósofo Harry Frankfurt, recientemente fallecido, la igualdad económica como tal no tiene especial importancia moral: «Desde un punto de vista moral, la distribución de los bienes económicos no consiste en que todos tengan lo mismo, sino en que todos tengan lo suficiente».

Por tanto, el centro de atención no debe ser si los de arriba tienen más que los de abajo, sino que desaparezca la pobreza. El filósofo John Rawls formuló una aplicación concreta de esta idea: «Si la iniciativa empresarial de un rico hace que los más pobres estén mejor, entonces los mayores ingresos del empresario están justificados», dijo. Los fundadores de Walmart o Amazon, por ejemplo, encajan en este cuadro porque han revolucionado el comercio minorista, pero también los fabricantes de teléfonos inteligentes que nos han simplificado la vida.

Los ingresos se han triplicado

Auten y Splinter muestran que la renta per cápita real del estrato social inferior, medio y superior de EE.UU. se ha triplicado desde 1960. Las transferencias gubernamentales también han ayudado a este resultado. Sin embargo, no se puede solucionar la pobreza sólo redistribuyendo la mayor parte posible de la tarta de bienes. El objetivo debe ser, por tanto, proporcionar a todo el mundo una educación y una sanidad básicas para que así todos puedan tener la oportunidad de ascender en la escala social. Sin duda, Estados Unidos tiene que ponerse al día en este terreno, como demuestran las comparaciones internacionales. Por cierto, Suiza es uno de los líderes en movilidad social, gracias a su sistema de educación y aprendizaje.

Es un error dar excesiva prioridad a la educación superior a expensas del nivel medio y artesanal. Durante mi estancia de dieciocho años en Zúrich pude observar que frecuentemente un profesional académico tiene hermanos que trabajan como soldadores, electricistas etc. y nadie se cree superior o inferior, en parte porque tampoco los ingresos no se diferencian tanto.

Consideraciones adicionales

La historia nos dice que sólo la economía libre ha sido capaz de asegurar un crecimiento económico que asegurase la máxima posible satisfacción de todos. En este sentido hay que reconocer las ventajas del capitalismo inherente a ella, que en los últimos 35 años ha logrado sacar de la pobreza y mil millones en el Asia y otras zonas pobres del mundo.

A la hora de juzgar ese 1.1% de superricos – que suponen 3.5 millones de personas – hay que dejar de lado prejuicios: su riqueza está invertida en infraestructuras de producción económica, asegurando empleo a un amplio sector de la población. Los yates y otros lujos lo tienen una pequeña minoría. Y no hay que olvidar que los yates, aviones y mansiones al menos han generado muchos empleos. Además, las grandes empresas de los ricos hacen posible una investigación científica y un adelanto tecnológico que exige una capacidad financiera y empresarial enorme, sólo posible en parte mediante la bolsa y la financiación de bancos etc. Y todo esto retroalimenta el crecimiento y la creación de nuevos puestos de trabajo.

En la economía no encorsetada por el dirigismo estatal, todos pueden lanzarse a crear una empresa, gracias a las aportaciones de socios y accionistas. Ahí están la historia de tanta gente que ha comenzado de cero, pero con una buena idea para cubrir una demanda en el mercado, actual o potencial. En vez de mirarlos con prejuicios socialistas, viene bien leer sus biografías para entender por qué caminos tiene que ir la actividad económica. Un ejemplo entre muchos es Steve Jobs, quien introdujo el teléfono móvil.

Luego hay que tener en cuenta que los hombres nacen con diferencias de inteligencia, carácter y capacidades diversas. Es verdad que la buena educación en la familia compensa muchas cosas, pero siempre quedan en el fondo diferencias innatas. El gran error de los medios de difusión es querer ver y juzgar la igualdad en el plano de los logros en vez de fijarse en el nivel más real y profundo de la dignidad individual con un destino eterno, en el que la igualdad es indiscutida y mucho más aún entre gente de fe. La democracia debería pensarse sobre este fundamento y de hecho es este el espíritu de todas las constituciones cuando invocan en sus preámbulos a Dios. Lo que mata la prosperidad y el bienestar es el dirigismo estatal que induce el cáncer de la corrupción, que son la causa profunda de los países sin mercado abierto y libre.

 

 

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