¿Un futuro mejor?
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Peter Kopa, Praga, 20.10.2024
Ofrecemos una recensión del libro recientemente aparecido en alemán, de Andreas Reckwitz, catedrático de Sociología General y Sociología Cultural en la Universidad de Humboldt, Berlín. Aborda el «problema fundamental de la modernidad», como reza el subtítulo de su libro «La Pérdida». Presenta una sociología analíticamente precisa en torno al concepto de pérdida, que se remonta muy atrás en la historia e incluye también aportaciones de la filosofía y de la religión. Se trata del primer estudio extenso sobre este tema.
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Terrorismo, pandemias, cambio climático y guerras: el comienzo del siglo XXI ha sido testigo de un aumento de las crisis sociales con repercusiones globales. Se trata de heridas profundas que se niegan a cicatrizar. Con la acumulación de acontecimientos negativos, crece la consciencia de pérdidas irrecuperables, como si se hubiese perdido el paraiso. https://thinktanklatam.org/que-pasa-con-nuestro-mundo/
En el centro de su argumentación, el Prof. Reckwitz explica que el cristianismo se basa inicialmente en una «historia antropológica de la pérdida», a saber, la caída del hombre y la consiguiente expulsión del paraíso. Sin embargo, la promesa del futuro reino eterno de Dios introduce luego un cambio de paradigma. La historia de la salvación marca profundamente la cosmovisión cristiana en todos los siglos.
Consuelo o amargura
En el siglo entre 1750 y 1850, siguiendo al historiador Reinhart Koselleck, el Prof.Reckwitz sostiene que entonces el movimiento intelctual estaba orientado hacia el futuro y se convirtió en la idea rectora de la temprana edad moderna. Georg Wilhelm Friedrich Hegel proporcionó la formulación del modelo histórico-filosófico que inspiró posteriormente a generaciones enteras de pensadores y economistas: que la historia avanza decididamente hacia su fin siguiendo un proceso dialéctico. Los filósofos del idealismo alemán, Fichte, Schelling y Hegel han inspirado a Marx y Feuerbach en la formulación del materialismo dialéctico, que es la base de la ideología marxista. https://thinktanklatam.org/la-conspiracion-de-la-logia-p2-en-italia/
No todo lo que desaparece se percibe como una pérdida sino sólo cuando la desaparición se evalúa negativamente. Esta negatividad es fundamental para entender la pérdida. Se puede argumentar que esas experiencias negativas ya existían en el pasado. Andreas Reckwitz no lo niega, pero señala que eran mejor amortiguadas: en un mundo religioso, las pérdidas podían asumirse mejor, y el consuelo de un paraíso futuro estaba por encima de todo. Esto mitigaba tanto el dolor individual como el colectivo. Se evitaba así que el impacto de la experiencia de la pérdida desembocara en un trauma.
En la modernidad tardía, en cambio, los elementos cristianos de consuelo y esperanza se erosionan. Mientras Jean-François Lyotard habla del «fin de los grandes relatos», Jürgen Habermas, por su parte, constata un «agotamiento de las energías utópicas». Las distopías sustituyen a las utopías, lo cual influye en la ´industria´ cultural: el drama del fin del mundo aparece profusamente en las pantallas y enriquece en cierta manera la literatura.
Los límites del progreso
Las concepciones racionalistas también desempeñan un papel significativo en las visiones secularizadas del mundo: La transición del presente al futuro no se debería a la providencia divina, sino a la autoorganización social. Pero en el fondo, toda creencia en el progreso tiene, como sugiere el término, una base y una motivación religiosas. «En la modernidad occidental, la narrativa del progreso ocupa el lugar de la fe cristiana en términos de lógica discursiva».
En la modernidad tardía, cuyo inicio sitúa Reckwitz en la década de 1970, cuando se discutían ampliamente los límites del crecimiento, se producen cada vez más crisis de proporciones globales. La estrategia de entenderlas como meras interrupciones del proceso de civilización o incluso de suprimirlas ya no funciona: la idea de un progreso constante ya es incapaz de neutralizar las experiencias negativas.
En consecuencia, la confianza en la tecnología, piedra angular de la modernidad, se tambalea. Lo que antes era planificable y factible se aleja cada vez más, y con ello perdemos un futuro que promete más y mejor que el presente. «A medida que la promesa del progreso pierde credibilidad en la modernidad tardía, la experiencia de la pérdida pierde su escudo protector histórico-filosófico», escribe Andreas Reckwitz.
Victimismo o triunfalismo
Las sociedades de la modernidad tardía son más sensibles a las experiencias de pérdida y daño definitivo, por falta de perspectivas de futuro. A ello contribuyen otros dos factores: por un lado, las sociedades que envejecen son más sensibles a la pérdida al estar cercanas a la muerte, a diferencia de la gente joven, que está más centrada en su autoafirmación.
Para el Prof. Andreas Reckwitz, todo ello son claros indicios de que actualmente nos enfrentamos a una auténtica «escalada de la pérdida» que cuestiona la raíz del imperativo del progreso constante, que es la característica estructural de las sociedades modernas. En lugar de seguir trabajando por una «reducción de la pérdida» o incluso por una «liberación de la pérdida», el autor aconseja pasar a una actitud ofensiva ante la negatividad, para encontrar una salida. Y en este proceso muy probablemente está pensando en volver al hogar de la fe Cristiana.
Algunos comentarios
El Prof. Reckwitz parece referirse sólo al mundo occidental, lo cual es acertado porque sigue siendo el modelo históricamente admirado y seguido por el cercano Oriente, Africa y Asia, aunque ciertos países estén manifestando hoy un notable progreso material. El Occidente en algún momento recuperará su liderazco cultural porque a partir de este modelo han querido hacerse los demás pueblos y naciones. Los grandes inventos científicos y desarrollos técnicos han tenido lugar en Europa y USA, como fruto de una previa historia secular de convivencial social única, la cultura judeo-cristiana. Gracias a su apertura a la razón y a la libertad de pensamiento se produjeron también fenómenos únicos: las colonizaciones, que a pesar de sus errores y defectos, han llevado el progreso y la forma de vida a tantas naciones que antes nunca dieron signos de un progreso constante, comparable con el Occidente. https://thinktanklatam.org/la-familia-y-el-auge-de-occidente/
El invento de la máquina a vapor provocó rápidamente una larga secuencia de más inventos, como el motor a explosión, el descubrimiento de la electricidad etc., que han causado la revolución industrial. Desde entonces, la ciencia y tecnología europea, y luego norteamericana, no hizo más que progresar constantemente, produciendo un retro efecto sobre la cultura cristiana en la forma de un mundo orgulloso de sí mismo y a la vez seductor, tendencialmente olvidando a Dios.
Hoy bien se sabe, que la cultura cristiana depende de que cada uno, personalmente, y vuelve a nutrirse de la savia que ofrecen sus raíces tradicionales, so pena de hundirse en el cieno pestilente del materialismo relativista. Esta especie de búsqueda del paraíso perdido aflora hoy con fuerza en los medios, llenos del tema de Dios en formas muy variadas y hasta solapadas. Allí están los más de cien millones de chinos convertidos al cristianismo, por ejemplo.
La actual persecución del cristianismo es nuevamente el preludio de su resurgimiento. Basta pensar en la persecución de los judíos por los egipcios, en el mar rojo, o en la persecución romana. Luego siguieron la amenaza de Atila, de los turcow otomanos vencidos en Lepanto y los asedios a Viena, la persecución comunista y hoy la persecución globalista en su locura de instaurar un nuevo orden mundial.
El link inicial, debajo del título, es un ejemplo de cómo todo se ve negativamente, cuando falta la ventana abierta de la fe, que permite entrar la luz del sol y del aire fresco: se trata de una entrevista de 8´entre Elon Musk y Tucker Carlson.
Fuente: NZZ, Zuerich