The english version below.
https://www.youtube.com/watch?v=oFxyS6rqeoo&t=146s
Peter Kopa, 29.12.2020
El impacto en la sociedad
La historia del hombre hubiese sido totalmente otra si no hubiese esa lucha constante entre el bien y el mal moral en su corazón. Esta es una realidad universal en la dimensión geográfica y temporal, y es a la vez un indicio, de que todos somos iguales, y todos nuestros actos individuales trascienden más o menos a la sociedad, tal como lo dijo una vez un pensador chino: si a todos les gusta andar en bicicleta, habrá que producir cientos de millones, para lo cual habrá que hacer fábricas, almacenes y redes de distribución.
Y en lo que es malo, debido a que en Europa consumen droga muchas decenas de millones de personas, es inevitable una enorme estructura clandestina de producción, distribución y venta. Y, al mismo tiempo, el Estado tiene que mantener estructuras muy caras, tanto de lucha contra la droga, sino también de atención a los drogadictos.
Análogamente, hay muchísimos otros problemas, absolutamente innecesarios, que surgen como consecuencia de tantas otras formas de inmoralidad personal: destrozos de familias, robos al Estado por la corrupción administrativa, fraudes, abortos, mentiras, manipulación política, trata de mujeres, esclavitud, sobornos, chantajes etc. etc. Especialmente grave es el crimen de los funcionarios públicos del estado, que actualmente se está configurando en ciertos países como un asalto al poder por parte de verdaderos gánsteres, quienes con dinero han sabido instrumentalizar el proceso electoral de las elecciones a su favor mediante trucos y fraudes, para instaurar un régimen fácticamente totalitario que intenta luego corromper a todos los que necesite, para afianzarse en el poder político.
Se comprende bien que esta clase de delitos se llamen, en la tradición judeo-cristiana, como los pecados que claman al cielo. Y al mismo tiempo el hombre justo se alegra de que al final de la vida, cada uno tenga que rendir cuenta de sus propios actos y asumir la sanción eterna por ellos. Lastimosamente, el mal moral personal impacta todas las demás estructuras de tipo privado o religioso, según las circunstancias del caso.
Por eso, el que se escandalice ante injusticias y delitos que se han llegado a cometer hasta en la misma Iglesia, no se conoce en realidad a sí mismo. Los grandes santos, e incluso Jordan Peterson, afirman que todos somos capaces de los más horribles crímenes, pero gracias a que la gran mayoría es fiel a su conciencia, a pesar de todo, las estructuras humanas aseguran el funcionamiento normal del mundo, en sus múltiples aspectos, como en los económico, educativo, religioso, científico, cultural etc. Es fácil imaginar, por tanto, cuán mejor se viviría si todos se portasen bien: si bien habría una abundancia enorme de recursos, no está claro que con sólo esto seríamos más felices.
La primacía de la moral individual
Tantas veces hemos escuchado, que para el mundo esté mejor es cuestión de que haya instituciones (ministerios, leyes, jueces, policía etc.) y que éstas funcionen bien. Sin embargo, la falacia de este principio consiste en que se da por supuesto la bondad infalible del hombre, al estilo de Rousseau, lo cual es una gran equivocación. Más verdad es que si los hombres, que crean e inspiran esas instituciones luchan por ser buenos, entonces sí, también serán mejores las instituciones. Uno de los aspectos de la grandeza de la moral judeo-cristiana es que al menos se conoce muy bien esta regla de juego, sabiéndose todos iguales y unidos por una misma necesidad de redención personal y conversión al bien, ante un Dios que es Padre misericordioso.
Gracias a Dios, en este sentido se van logrando grandes progresos, si nos fijamos cómo se vivía antes del conocimiento de la Biblia: lo normal era la ley de la venganza, el dominio absoluto del cacique, rey o césar, el cultivo y la aceptación del odio por motivos absurdos como la raza u otras condiciones de las que el individuo no era responsable. Lo normal era la esclavitud, la falta de higiene y de atención médica, que mantenía el promedio de vida alrededor de los 35 años y otras cosas más como las hambrunas, las plagas y las guerras continuas.
La incidencia del progreso material
Una vez, un especialista en historia me hizo ver, que, hasta hace 170 años, la producción de alimentos era sustancialmente la misma como en el siglo uno a.C. Es decir, la revolución industrial y el adelanto técnico ha desencadenado unos cambios con una rapidez sin precedentes en la historia del hombre. Muchos han pensado que esta evolución produciría un mundo moralmente mejor, porque estarían cubiertas por fin todas las necesidades básicas del hombre. Sin embargo, también aquí el hombre tuvo que seguir sufriendo guerras, con el agravante, de que las armas también habían aumentado enormemente su eficacia, cuya eclosión máxima fue la destrucción de Hiroshima y Nagasaki.
Las grandes ciudades surgen a la par de la necesidad de grandes masas de trabajadores en las fábricas y en los servicios condicionados por ellas, incentivados por un capitalismo salvaje que inicialmente explotaba a la gente a base de sueldos injustos. Contra esto, la Iglesia levantó su voz en encíclica ˇRerum Novarum´, oponiéndose a la explotación de las masas humanas. Gracias a Dios, este problema social se fue solucionando mediante la amplia difusión de las buenas doctrinas sociales y de la educación escolar generalizada que acabó con el analfabetismo en el mundo Occidental.
¿Y hoy?
Hoy, la gran lucha contra el mal moral se está librando primero dentro del hombre, y a la vez a nivel de los mass-media, que tienen una influencia casi despótica sobre el individuo, condicionando su moral personal. Sin embargo, en este proceso se ha llegado a un punto muy interesante: Las grandes multinacionales que dominaban con sus películas, noticias e imágenes al mundo, están perdiendo credibilidad. Y gracias a la tecnología, hoy está al alcance de toda persona levantar su voy y denunciar injusticias y abusos, mediante el internet y las redes sociales. Ahora mismo, el 28 de diciembre 2020, esto es fácil de ver concretamente, en USA y en Alemania, donde el momento político y la pandemia está poniendo contra las cuerdas a los bastiones tradicionales de poder mediático.
Una respuesta a “El bien y el mal III”
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