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Presentamos aquí un resumen de un artículo del Prof. Wolfgang Bok, periodista freelance y Profesor de Comunicación Estratégica en la Universidad de Heilbronn. Fue redactor jefe del periódico «Heilbronner Stimme». Sus ideas fueron comentadas el 1.8.2023 en la mejor prensa suiza, la NZZ. Bok denuncia una cierta cobardía de la mayoría silenciosa, que deja hacer su juego al globalista y a la vez se escandaliza de lo mal que anda el mundo. Está claro, que el caso de Alemania es análogo a lo que pasa, lamentablemente, en toda Europa.
En la actual Alemania, políticamente dominada por los colores del arco iris, que es un coctel de LGTB, WOKE y genderismo, una minoría reparte las barajas y se pone luego como dirigente de orquesta del juego. Cualquiera que no se oponga decididamente a la transformación política pretendida por los activistas woken, se está alineando con ella. Querer estar «en un medio neutro» sólo conduce a la falta de protagonismo cívico. Un ejemplo de esta actitud es ver cómo le ha ido a la Unión Democrática Cristiana.
El trigo y la cizaña
Imaginemos la sociedad alemana como un edificio de pisos en el que se han instalado cómodamente familias de clase media. Pero uno de los propietarios alquila su pequeño ático a una comunidad, cuyos miembros van convirtiéndose poco a poco en izquierdistas paternalistas autoritarios. Al poco tiempo muestran una actitud cada vez más ofensiva, hasta el punto de querer convertir toda la casa en un centro de acogida para cualquiera. La bandera del arco iris descuelgan a lo grande desde el balcón. La verja del jardín y la puerta de entrada no se cierran, y un cartel reza en grandes letras de colores: «Refugiados son bienvenidos».
La calle Bismarck es rebautizada con el nombre de un solicitante de asilo africano. A quien se opone a todo esto se le llama racista, xenófobo o nazi. Los Maier y los Müller, en cuyas familias las madres «sólo» se ocupan de la familia y las hijas que asisten civilizadamente a la escuela, son sospechosas de ser de derechas. Porque «nazi» es ahora todo lo que rechace el ´Zeitgeist´ (el Espíritu del Tiempo, expresión acunada por la filosofía alemana) vigilante de Woke.
Si bien en el edificio la mayoría protesta, lo hace muy por lo bajo, dejándose así arrastrar ante la arrogancia moral de la minoría. De repente surge la impresión de que nada es más importante para el pueblo alemán que la protección del clima, la acogida de refugiados y la pintoresca comunidad LGBT. Y a este juego se prestan Iglesias, asociaciones de protección de la naturaleza, fundaciones e incluso el ayuntamiento, ofreciendo espacio y dinero. Esta arrogante minoría, como los lobos ante los corderos, se autoproclama mayoría en nombre de la democracia. Así, cualquiera que ose rebelarse contra el paternalismo impuesto por ella, es tachado de antidemócrata que secretamente simpatiza con «los nazis de la AfD». (Esta abreviatura significa Alternativa para Alemania. Es el partido conservador alemán que ahora mismo está arrasando las urnas municipales a su favor).
El acobardamiento del centro burgués
Elisabeth Noelle-Neumann, fundadora de los estudios de opinión alemanes, ya descifró en 1976 el fenómeno descrito arriba como la «espiral del silencio». Sostiene que el deseo de agradar es una de las virtudes de las clases medias. Se trata de no ofender y contradecir el Zeitgeist o espíritu del tiempo. El así llamado burgués de centro sigue sufriendo este miedo lamentable hasta el día de hoy, llevando a componendas políticas que no han sido sino un parche puesto sobre otro parche, sin abrir y limpiar la infección que está por debajo, sin rajar y limpiar la herida.
Vemos así que la tesis del psicólogo social Paul Watzlawick también es resulta válida en política: la incomunicación no existe: cualquiera que no contradiga claramente una transformación política está indirectamente haciendo causa común con ella. Querer de alguna manera estar sólo «en el medio» conduce primero a la falta de protagonismo – y luego al castigo político, tal como lo está sufriendo ahora mismo la Unión Democrática Cristiana, en Alemania, que ha perdido el apoyo de sus votantes. El poder de una persona
Más casos de ingenuidad política
También es digno de mención el caso del psicólogo Ahmad Mansour, que lleva años en Berlín denunciando sin miedo los peligros del islamismo político. Ahora se enfrenta de nuevo a una campaña de difamación, que comenzó en una revista musulmana publicada en Gran Bretaña Esta, que acusa a Mansour de mentir y engañar. Esto, a su vez, es ampliado en Alemania por los defensores de un mundo multicultural de izquierda con su arrogancia habitual.
El diario «Süddeutsche Zeitung» siguió en este asunto el rastro del dinero, y comprobó que en Qatar está la fuente de financiación de la revista musulmana publicada en Gran Bretaña. En otras palabras: los Verdes, parte del partido socialista SPD y, por supuesto, el Partido de la Izquierda, que tildan la crítica al islamismo político como racismo, crean programas financiados por el Estado alemán contra la «islamofobia». Así se prestan a ser los títeres voluntarios de un país mahometano que no comparte ni de lejos ninguna de sus convicciones globalistas. Al contrario, Qatar persigue la homosexualidad y financia un islamismo antiliberal, autoritario y violento, también en Europa.
No se dan cuenta de su esquizofrenia política ni siquiera «cuando el multiculturalismo se va por el desagüe», como se refiere el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung a los excesos violentos en las piscinas alemanas al aire libre. Es esperpéntico: «Por un lado, los círculos mayoritariamente de izquierdas luchan por el derecho de las mujeres a nadar en topless, pero por el otro lado cierran los ojos ante los problemas de los ambientes en los que miran a las mujeres como presas fáciles, incluso en bikini, y se prohíbe a las niñas ir a nadar».
El «Süddeutsche Zeitung» pide comprensión por el hecho de que personas de sociedades conservadoras como la siria puedan considerar obsceno que las mujeres laman un helado de forma fálica. Hasta ahí llega la recomendación de «sumisión» que ya predijo el escritor francés Michel Houellebecq en su novela de 2015.
¿Porqué callan los corderos?
En último análisis, callan porque les falta convicciones firmes respecto a los valores que nunca pueden ser negociables, como la dignidad del hombre, la inalienabilidad de sus derechos constitucionales y, sobre todo, su derecho a ser libre y a buscar la verdad. Luego está el problema del apegamiento a una vida cómoda, llena de pequeños placeres, que no se está dispuesta a arriesgarse con una actitud firme de protesta. Sus formas pueden ser muy variadas. Cada ciudadano tiene la obligación en conciencia de hacer todo lo posible para intervenir en las decisiones políticas. Y esto no sólo mediante el voto esporádico, sino aliándose con otros, manifestándose mediante las redes sociales y hasta mediante demostraciones callejeras. El aspaviento político que crea el espectro político del arco iris es un tigre de papel que se viene abajo al primer soplo de una actitud política firme de personas que tienen algo que defender: sus familias, su patrimonio, su futuro y toda una cultura de valores tradicionales que ha hecho grande al Occidente.
Este proceso político y cívico está en plena marcha, primero en USA -que es la madre de los problemas-, luego en muchos otros países como la misma Alemania, Holanda, países de Europa del Este, Italia, España, Canadá, Australia, países en América Latina etc. Hay muchos motivos de optimismo y se ve venir en un lejano futuro un nuevo mundo mejor, que sin embargo costará muchos sacrificios.
Los primeros mártires han caído por el engaño del COVID 19, luego están los al menos los 400.000 muertos en ambos bandos, en la guerra de Ucrania. La atmosfera mundial está tensa, ante el temor de más guerras con la China, Israel y Polonia. Al mismo tiempo los globalistas nos tienen en vilo respecto al abastecimiento de gas, petróleo y víveres. En este sentido, las grandes multinacionales pueden cancelar las cadenas de abastecimiento. De momento van haciendo el chantaje de la subida de precios que no se justifica sólo con la inflación. La voladura del gasoducto submarino ha sido como una puñalada al corazón de Europa, provocando una subida vertiginosa del gas. Otra medida suicida ha sido la prohibición de vehículos con motores a explosión, por parte de la UE, manifestando estar manejada por hilos desde fuera de Europa.