https://www.youtube.com/watch?v=cBJMS0G6Vrg&pp=ygUYaGFubmFoIGFyZW5kdCBlbiBlc3Bhbm9s
Hannah Arendt, nacida Johanna Arendt en 1906 en Alemania, de religión judía, fue una escritora y filósofa de la política. Para ponerse a salvo de los nazis se mudó a USA en 1951, donde obtuvo la ciudadanía americana. Aunque ella no se considera tan importante, puede ser considerada como una de las filósofas más influyentes del siglo xx.3 Gracias a su pensamiento independiente, a su teoría del totalitarismo (Theorie der totalen Herrschaft), a sus trabajos sobre filosofía existencial y a su reivindicación de la discusión política libre, Arendt tiene una relevancia primordial en los debates contemporáneos (Wikipedia).
La extra-mundanidad o ´Weltlosigkeit´
En 1972, Hannah Arendt publicó un volumen de análisis y estudios sobre las crisis de entonces en USA. En respuesta a la publicación de los ´Papeles del Pentágono´, ofrece reflexiones sobre los cambios tectónicos habidos en la estructura político-institucional de USA. Además, reflexiona sobre el significado de la desobediencia civil en las democracias modernas, a raíz de las protestas estudiantiles contra la guerra de Vietnam y explora el significado político del movimiento de los afroamericanos por los derechos civiles. En este contexto, Arendt madura su concepción de la ´Weltlosigkeit´, que significa ponerse fuera del mundo real o la extra-mundanidad, ya desarrollada en el libro «La condición humana», un concepto que también resulta esclarecedor para el análisis de las sociedades modernas contemporáneas.
Arendt nos dice que se ha perdido un marco unitario de referencias en el diálogo político. Es decir, se han dejado de lado unos parámetros, antes aceptados por una cultura basada en unos valores y principios innegables, que permitían un pluralismo de diversas interpretaciones y valoraciones, sin cambiarse esos parámetros de fondo. Cabe suponer que para Arendt estas reglas expresaban entonces convicciones comunes fuertemente arraigadas en una cultura judeo-cristiana que ha dado su grandeza al Occidente.
Para Arendt, el estar fuera del mundo en USA a finales de los sesenta y principios de los setenta se manifiesta en el hecho de que una especie de «atmósfera de Alicia en el País de las Maravillas» (una especie de burbuja rosa sin parámetros unitarios) socava los procesos sensatos de toma de decisiones políticas. Así, las mentiras y campañas enteras de engaño pasan a determinar la vida política cotidiana. Esto explica la erosión del marco institucional del sistema político estadounidense.
La «burocratización y la tendencia de los dos partidos en USA a no representar a nadie más que a sí mismos» conducen en última instancia a un cambio en el papel y la función del Congreso y del gobierno mismo: en vez de ejercer su responsabilidad política en un sistema de «controles y contrapesos», el gobierno estaba cada vez más dominado por la lógica partidista. En lugar de un debate político orientado en base a los hechos, pasa a primer plano la imagen de una persona política, que en un ambiente público fuertemente mediatizado se convierte en la única coordenada rectora del quehacer político.
La realidad tiene que prevalecer
Para Hannah Arendt, la pérdida de un marco de referencia común se manifiesta hoy en la forma de cómo se esgrimen hechos alternativos, noticias falsas formuladas políticamente, cámaras de resonancia, burbujas filtradas y similares. Igualmente se manifiesta en la frase «prensa falsa», que se utiliza para expresar que sólo se está dispuesto a dar crédito a quien confirma previamente la propia visión del mundo (que según Arendt sería un marco fuera del mismo).
A Arendt le preocupaba la irracionalidad de las decisiones políticas tomadas en tal atmósfera irreal. Al mismo tiempo, sin embargo, estaba convencida de que este tipo de política estaba abocada al fracaso en un país con una larga tradición democrática republicana; firme era su creencia de que «el público», «los ciudadanos» y «la prensa» desenmascararían las mentiras y denunciarían la pérdida de realidad. «Derrotados por la realidad»: Esta es la frase que utiliza Arendt para expresar su convicción de que una política de mentiras y desinformación no tendrá éxito en una democracia madura como la estadounidense.
La convicción de Arendt de que al final se tendrá que imponer la verdad nos podrá parecer hoy ingenua. Esto debido a que estamos en una cultura digital que somete a su sistema todos los ámbitos de la vida. Tiene el poder de unir, relacionar y hasta deformar y falsificarlos, generando así diversos mundos separados entre sí.
Pero cabe preguntarse con Václav Havel: ¿Hasta qué punto es relevante para los individuos de hoy «vivir en la verdad»? El éxito de las estrategias de movilización globalista con informes falsos, políticamente motivados, y la proliferación de hechos alternativos son precisamente el problema. Porque el secreto de esta estrategia parece residir precisamente en el diseño de un «mundo» en el que los miedos, los prejuicios racistas y la ira de los seguidores potenciales se transforman como algo racional y justificado, y así se aprovechan de forma aparentemente legítima para justificar un programa político discriminatorio en favor de sólo un grupo, Así se construye el pretexto del abuso del poder.La importancia de los valores
Méritos del pensamiento de Hannah Arendt
La conciencia como libertad ante la verdad
Estamos ante una mujer de raza judía que nos ofrece reflexiones sobre la enorme importancia de no confundir lo blanco con lo negro, de distinguir el mal del bien, de conservar a toda costa la sinceridad y honestidad intelectual a la hora de tomar decisiones prudenciales en política. Arendt intenta llegar al fondo de esta cuestión. En su obra ´Eichmann en Jerusalén´ Arendt habla de la “banalidad del mal” para referirse a la ambigüedad del concepto de maldad mediante el cual algunas personas pueden ser manipuladas por acepciones frívolas y relativas de lo bueno y de lo malo. Esta banalidad, sin embargo, no reduce la crueldad de sus efectos en la realidad, como han sido las persecuciones de los judíos por los nazis.https://www.youtube.com/watch?v=OK9abp9VvmY
Es decir, al estilo de Eichmann, el hombre es susceptible de dejarse manipular para evitarse privaciones y sufrimientos. Esto lo convierte en un individuo manejable y facilita el que el poder político pueda llevar a cometer crímenes, dentro de una organización de poder tiránico y coercitivo. Esta visión del hombre es análoga a la judeo-cristiana, que nos dice que una persona tiene la obligación en conciencia de resistir al mal cuando su claudicación dañaría a otros en asuntos graves. En política, esto puede exigir ir hasta a extremos de heroísmo, cuando se trata de no venderse por un plato de lentejas. Por tanto, gobernantes débiles, inclinados a poner en primer lugar su propio provecho, terminan a la larga haciendo tambalear a toda la nación.
Para profundizar en el tema de la condición humana en H. Arendt puede ser útil el siguiente estudio en español: https://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-52162006000400002#:~:text=Hannah%20Arendt%20distingue%20tres%20actividades,al%20mantenimiento%20de%20la%20vida.