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La plaga del oportunismo político
El ciudadano tiene la obligación moral grave de votar por los mejores políticos y vigilar la gestión de gobierno de los gobernantes. Esto lo garantizan las constituciones mediante el derecho de petición. ¿No sería lógico que los mandatarios políticos asuman una responsabilidad personal por sus gestiones de gobierno (´political accountability´)? (¿Por qué el perfil bajo de los políticos?)
Así se podrían frenar los abusos de la democracia se sufren hoy en tantos países, también en USA y en Europa. En primer lugar, parte de la culpa la tienen los ciudadanos, en la medida en que ellos mismos no viven según los dictados de su conciencia. Si esta no fue bien formada en la propia familia, el hombre difícilmente puede tener la sensibilidad de preocuparse por tales asuntos. Este tipo de ciudadanos es más probable que se dejen seducir demasiado por las satisfacciones que permiten el consumo y la vida relativamente fácil, gracias a la alta productividad económica, basada en tecnologías cada vez más avanzadas.
Luego está la culpa del gobernante elegido, que tantas veces no tiene el perfil moral necesario para su cargo. No basta una persona honrada, bien considerada, porque en el ejercicio del mando político la persona elegida se va a encontrar con un poder muy seductor, que exige no sólo la decencia y honradez, sino también una profunda decisión de seguir siendo uno mismo moralmente intachable.
Pregunto al lector: ¿Cómo encontrar tales personas, que exige un conocimiento previo hasta de la vida particular de los individuos que aspiran a llegar al mando político? Por ejemplo, en USA, un candidato a presidente no tiene chance de ser elegido si no se presenta al menos con su esposa y sus hijos. Un gobernante que engaña a su esposa, o que lleva una vida inmoral en otros órdenes, acabará también traicionado a su pueblo con la corrupción y otras formas de traición a los ciudadanos. ¿Por qué el perfil bajo de los políticos?
La necesidad de un alto nivel moral y profesional
En cuanto a cómo votar los mejores políticos según su competencia profesional, ¿no habría que lograr una preparación análoga como la que tiene un arquitecto, un médico etc.? Es interesante considerar que, en todos los países, la Ley regula aquellas profesiones cuyo ejercicio expone al ciudadano a un riesgo, exigiendo unos estudios superiores y una preparación técnica definida oficialmente, que luego permitirá el ejercicio de la Medicina, Arquitectura, del Derecho etc. Además, el ciudadano que solicite tales servicios profesionales, se apoya además en la recomendación de un tercero de confianza.
Sin embargo, el acceso a la función política exige sólo el ser elegido. Aquí no se exigen ningún estudio ni preparación previa, debido al pejuicio dogmático de que todo ciudadano tiene el ´sacrosanto´ derecho político activo y pasivo: esto es, la facultad de votar y ser votado. Y esta situación se complica todavía más, cuando no se eligen personas sino partidos, que bien pueden ser antros de todo tipo de mangoneo de elementos que nunca tenían que haber subido al poder. Winston Churchill dijo una vez, que lo mejor es elegir mandatarios políticos ricos, porque estarían menos inclinados a robar al ciudadano y cuidarían más su honra.
¿Cómo promover buenos gobernantes?
El dogma absurdo de que todo ciudadano tiene todos los derechos políticos activos y pasivos ha sido acuñado por el pensamiento racionalista ilustrado de Locke, Monsquieu y otros, luego reivindicado en revoluciones y finalmente impuesto en la opinión pública como una especie de verdad de fe religiosa. ¿No será que este concepto jurídico de igualdad, sin condiciones previas de debida preparación, se basa en el prejuicio racionalista volteriano de que todo hombre es bueno por naturaleza y sólo las malas influencias lo pueden degenerar?
Si se hubiese partido siempre del hecho de que todo hombre está inclinado también al mal, probablemente se hubiesen podido ahorrar muchísimas catástrofes. Una forma de solucionar este enorme problema podría ser un principio constitucional que exija una preparación específica como condición necesaria para el acceso altos cargos de gobierno. De esta manera se podrían crear instituciones para capacitar al candidato en el aspecto moral y profesional. Francia, por ejemplo, tiene en este sentido su Escuela de Administración Pública. Otros países de vanguardia forman sus cuadros políticos en ciertas universidades, al igual como las empresas multinacionales prefieren los que han estudiado en Harvard. Otras formas de preparación y conocimiento de la persona es la carrera política.
Al mismo tiempo no deberían faltar nunca leyes que impidan lo más posible la corrupción, el despilfarro y una administración pública favorable a la tecnología digital para racionalizar, controlar y agilizar sus gestiones. Sobre todo, es importante una buena Ley contra la corrupción, sin compromiso alguno que supongan dejar una puerta abierta para la manipulación, por ejemplo, en la adjudicación de obras públicas.
Iniciativas ciudadanas de vigilancia
La cuestión de cómo votar los mejores políticos se concreta en qué puede hacer por su parte el ciudadano para mejorar la gestión del propio gobierno. Sugiero al lector algunas ideas prácticas:
- Leer la Constitución, para tomar conciencia de sus derechos de petición hacia el funcionario público.
- Formar una asociación o grupo para formular peticiones o reclamaciones al gobierno. El internet permite crear un blog o una página web desde la cual se pueden motivar y mover a miles y a millones, como puede verse en los USA y en otros países. Lo deseable sería que estos grupos de acción estén por encima de las facciones políticas de partido, con la ventaja de poder nuclear así a más ciudadanos. La estrategia sería implementar digitalmente el ´management´ del descontento ciudadano, en la forma de notas firmadas por internet, o impresas y enviadas al Gobierno. ¿No escuchamos acaso tantas quejas justificadas, de tantos amigos y conocidos, que no tienen efecto alguno porque no llegan al conocimiento de los dignatarios políticos? La experiencia de la ´Tea Party´ en los USA, por ejemplo, indica que una fracción del electorado es escuchada y tomada en serio. Al mismo tiempo, con este empeño se facilita la formación política del ciudadano.
- Por tanto, hay que convencerse de que no basta acudir a las urnas electorales cada cuatro o cinco años, sino que luego es imprescindible vigilar la gestión del gobierno, que se concretará en lo dicho anteriormente o en otras tantas iniciativas que se nos podrán ocurrir en nuestra situación política concreta, sin excluir la manifestación pública en la calle y el derecho al referéndum.