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El bien y la verdad superan el mal

 

El bien y la verdad superan el mal
Peter Kopa, Praga, 20.2.2025

https://www.youtube.com/watch?v=5-FbmklOdAc

Lo bueno nos rodea y sostiene

El mundo está hoy sumido en una atmósfera gris: noticias negativas, problemas, desinformación y difusión forzada de las ideologías globalista. Incluso en la economía europea vamos perdiendo la fuerza adquisitiva desde hace diez años. El tono de vida general parece triste, con cotas nunca vistas antes de psicopatías endémicas:  https://thinktanklatam.org/anomalias-psiquicas-en-aumento/ Sin embargo, lo bueno que nos rodea es mucho más grande y real, pero no somos conscientes de ello porque se da por supuesto como el aire que respiramos o como la luz que nos permite ver. Por eso mismo no hay interés en informar sobre lo que se da por descontado. Pero cuando el hombre pierde su inclinación natural a admirar el bien, la belleza y la verdad, es un indicio de que algo va mal en su interior.

En un día cualquiera, hay agua caliente y fría, desayuno…, coche o medios públicos, servicios del estado (calles, autopistas, redes de agua, energía y comunicación), atención médica, escuelas, etc. Al menos en los países de la OCDE las diversas infraestructuras funcionan bastante bien. Una consideración especial las ciencias y la tecnología, que nos permiten vivir en condiciones mejores que los reyes de la antigüedad.

Una categoría importantísima de bienes que nos alegran el alma y mueven hacia Dios es la naturaleza, donde la belleza y la perfección las vemos tanto en el macrocosmos como en las realidades que nos impresionan más de cerca: un amanecer, una flor, una persona, una célula… Luego están los bienes del Arte, como la música, la poesía y el buen cine, sin olvidar las delicias del deporte.

Los bienes más altos son los humanos: los disfrutamos sobre todo en el amar y ser amado, en primer lugar, en la propia familia, en la amistad y de alguna manera en todas las demás relaciones de los hombres entre sí. A esto llamamos buena educación, empatía, amabilidad, cortesía etc. El bien máximo es el amor que configura la cultura y es la razón de ser de todos los bienes subalternos.

La lucha del bien contra el mal

Sin embargo, dada la fragilidad moral del hombre, siempre propenso a buscar una ventaja injusta a expensas de los demás, los bienes humanos están tocados por la inclinación a pecar: https://thinktanklatam.org/la-moralidad-en-la-guerra-de-ucrania/ . Así algunas familias se destrozan por la infidelidad y otros males y la corrupción pervierte al estado. La injusticia y tantos otros vicios socavan la convivencia armónica hasta el punto de poder convertir, por ejemplo, a la familia, en un infierno. Esta incidencia del mal, en situaciones de corrupción extrema de las costumbres, puede destruir a todo un pueblo.

Ahí está el caso bíblico de Sodoma y Gomorra, o la corrupción moral del Imperio Romano, que en 476 fue arrasado por los bárbaros, y podríamos seguir con más casos. A lo largo de toda la historia de la humanidad, ningún pueblo se ha podido salvar de alguna decadencia, cuya sanación ha costado siempre, según las famosas palabras de Churchill, ´sangre, sudor y lágrimas´.

¿Qué hacer contra el mal?

Está más que comprobado por las lecciones que nos da la historia, que el mal moral no puede ser solucionado con medidas externas al hombre, como lo es el régimen democrático, el estado de derecho o instituciones y estructuras a la manera de la ONU o ONGs. Estas medidas externas presuponen la bondad del hombre, como algo previo y absolutamente necesario que no puede darse por supuesto.

Desde que el hombre se fue apartando de las enseñanzas tradicionales https://thinktanklatam.org/la-ignorancia-sobre-dios-desintegra-a-usa/ , el aparato externo del estado, pensado para defender el bien, tantas veces se ha pervertido. Así llegó a convertirse más bien en el agente del mal. Es el caso de los totalitarismos políticos que esgrimen una ideología para justificar sus desmanes. Y aquí no cabe pensar sólo en el comunismo o en el nazismo, sino que también desde 1945 el Occidente sufre el atractivo ideológico del materialismo. Atractivo porque despierta el sueño de una libertad total, libre de las ataduras de las normas morales.

Esta equivocación, al negar de raíz la cultura cristiana, da lugar a una redefinición de los conceptos de justicia, verdad, libertad, democracia, igualdad, religión. Así, por ejemplo, el entendimiento de justicia se centra en lo social, la verdad es aquello que sanciona el estado, la libertad es un sueño reaccionario etc. Surge así un dogmatismo cerril, cerrado a todo pluralismo de pensamiento, que pretende imponer su yugo a todos. Lo hemos visto en la anticultura del WOKE, del genderismo y demás dogmas que nos pretendieron imponer los globalistas de Davos.

El profundo rechazo de estos errores se ha manifestado en la arena política, obteniendo victorias electorales aquellas personas o partidos identificados con la cultura y valores tradicionales. Este proceso está ahora en plena efervescencia, cambiando eruptivamente el cuadro geopolítico del mundo para bien.

¿A dónde va Europa?

Y Europa está viendo ahora, a dónde le ha llevado su materialismo práctico, en un momento en el que estaba a punto de sucumbir ante las pretensiones globalistas. En este sentido, el discurso reciente del vicepresidente Vance ha puesto el dedo en la llaga  https://www.youtube.com/watch?v=pCOsgfINdKg . Si Europa no vuelve a ser fiel a su primer y único amor, que es la cultura cristiana y sus grandes verdades, irá muriendo en un suicidio demográfico lento y tortuoso, bajo los acordes fúnebres compuestos por los errores y traiciones de sus autoridades políticas, contra la verdad y el sentido común.

Europa, a los 2025 años después del nacimiento de Cristo, está tocada por análogos males extremos como Roma, ya que el hombre de hoy es el mismo que vivió entonces. Sin embargo, considerando que Europa ha sido el instrumento elegido para irradiar la cultura cristiana a todo el mundo, y ha sido fiel a esta misión durante muchos siglos, cabe esperar que recapacite y comience a marchar hacia la casa del padre, como aquel hijo pródigo de las Escrituras Santas.

Desde Europa se ha irradiado la cultura cristiana a todo el mundo, sentando las bases del bienestar actual de los pueblos, que es muy superior a las miserias y hambres de tiempos antiguos. Por ejemplo, la China se ha aprendido del Occidente cómo montar un estado, cómo crear bienes económicos, cómo educar a las generaciones etc. Aquí viene bien recordar tres momentos en la historia, cuando parecía que había llegado el fin para Europa: Atila frente a Roma, los turcos ante Viena y el plan de Stalin de arrollar Europa, que fue impedido por el ataque nazi a Rusia.

 

 

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