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Peter Kopa, 10.9.17 – 286 palabras
El final de la guerra fría dió lugar a la aparición de todo tipo de empresas de protección y seguridad, constituidas por personal militar retirado, que se ha puesto generalmente al servicio del ejército de algún país que intervino o interviene en un conflicto armado. Su territorio de acción es principalmente Africa y el Oriente Medio.
Así, la ocupación militar en Irak y Afganistán dió trabajo a cientos de miles de empleados particulares, quienes por encargo del Ministerio de Defensa de los USA tomaron a su cargo funciones y tareas que el ejército no quería o no podía asumir.
Según la documentación G4S de Gran Bretana, actualmente este sector tiene 585.000 empleados en unos 100 países y se ocupan desde servicios sofisticados de vigilancia hasta el entrenamiento militar y la protección armada de personas. Cada vez se están diferenciando menos las tareas militares de las no militares. Las empresas privadas militarizadas no están sometidas a ningún tipo de control democrático o judicial, por lo que resulta difícil acusarles y de exigirles responsabilidades cuando cometen atropellos contra los Derechos Humanos. Es decir, se mueven en cierta franja gris, en un vacío de la Ley, en donde difícilmente pueden actuar las instancias policiacas o judiciales de un país. Es fácil imaginarse que aquí habrá todo tipo de cosas como el el big business del petróleo y del tráfico de armas, espionaje etc. etc.
Rusia es hoy por hoy probablemente la potencia mundial qué más opera mediante sus organizaciones militarizadas, aunque, según sus leyes, la leva de mercenarios esté oficialmente prohibida. Y sabe cómo comercializar la guerra, por ejemplo, en Syria.
Para ampliaciones sobre el tema ver en Google las siguientes abreviaturas: G4S y GRU en Rusia.
https://www.youtube.com/watch?v=vSSKpL87_Rs