https://www.youtube.com/watch?v=C3fy0RYpU8Q&t=3s
La visión de los pensadores occidentales
Rusia y los intelectuales occidentales es un tema abordado en estos días por Esteban Twardoch, un escritor polaco de gran prestigio. ((https://en.wikipedia.org/wiki/Szczepan_Twardoch).
Cuando Rusia invadió Ucrania a finales de febrero, cayeron por tierra una serie de dogmas del entendimiento político europeo, que revelan la actitud paternalista de estos intelectuales hacia Europa del Este. Esta forma de pensar no es nueva en absoluto. El concepto ´ Europa del Este ´apareció en la esfera pública, a mediados del siglo XVIII, cuando «Oriente» y «Occidente» sustituyeron la anterior división en Norte y Sur en el mapa mental de Europa.
Cuando el diplomático francés Louis-Philippe de Ségur fue nombrado embajador extraordinario en la corte de Catalina II en 1784, partió entonces hacia Petersburgo, teniendo la impresión, al entrar en lo que entonces era Polonia, de haber sido „transportado diez siglos atrás, encontrándose entre hunos, escitas, eslavos y sármatas». Así lo dejó escrito en sus memorias.
Su comitiva abandonaba así el reducto de la «civilización» (este neologismo del siglo XVIII se definía más fácilmente por oposición a la supuesta «barbarie» de Europa oriental) y ponían rumbo hacia el Oriente salvaje, a su juicio no civilizado, que no tenía identidad en sí mismo, sino que no era más que un vínculo entre Europa y Asia, una transición gradual y espectral de la civilización a la barbarie.
La ingenuidad intelectual en Occidente
Han pasado 250 años desde la creación conceptual de la Europa del Este, y los intelectuales de Europa occidental y USA, o también llamados euroatlánticos, siguen viéndola de forma similar a Ségur. Así, el conocido intelectual norteamericano Noam Chomsky nos dice que deplora «las preocupaciones de seguridad de Rusia», que Putin, según Chomsky, lleva señalando a Occidente desde hace treinta años.
Las preocupaciones de Rusia por su propia seguridad no se pueden tomar en serio porque no tienen fundamento racional alguno. ¿Tiene alguien en Europa la voluntad, los medios, los planes o las intenciones de atacar a Rusia? No, y todo el mundo en Europa del Este lo sabe. La «preocupación por su propia seguridad» de Rusia es una nube de humo y un pretexto utilizado únicamente para justificar la agresión rusa. Y así, el asunto de Rusia y los intelectuales occidentales es un tema que exige con el tiempo una clarificación desde el lado de la historia de los hechos. (La concepción del Estado en Rusia
Port tanto, para intelectuales como Chomsky, Bennis o Klein, la sociedad en Ucrania y su deseo de formar parte de Occidente no cuentan. Los que se arrogan a sí mismos el derecho de juzgar son por tanto el Occidente y Rusia, prescindiendo de Ucrania como si fuese una tierra de nadie que está en el medio, poblada por gente incapaz de autodeterminarse y cuyas «necesidades de seguridad» no interesaría en absoluto a los intelectuales europeos.
¿Por qué? Aquí haría falta una interpretación psicoanalítica, una explicación de la fascinación mítica que Rusia ejerce sobre los intelectuales occidentales de la izquierda, empezando por Voltaire y sus discursos llenos de devoción hacia Catalina II, hasta llegar a Sartre y, por desgracia, incluso más allá. Pero lo que hoy me parece más importante es que el análisis acabe con una conclusión clara: esto debe terminar.
Tras el estallido de la guerra en Ucrania, la ingenuidad de la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, sorprendió a todos diciendo que Putin miente. Si la situación no fuera tan trágica, esto se habría ganado una gran carcajada desde Tallin hasta Bucarest. Darse cuenta después del 2014 de que Putin miente es como descubrir que Gran Bretaña es una isla. En Europa del Este se sabe muy bien que Rusia miente siempre que le convenga, ya que está construida sobre la mentira, porque la falta de veracidad forma parte de su naturaleza. (Crítica a los mainstream media
Comentarios
La gran cuestión en debate es el hecho real de que desde los albores de la historia y en todos los lugares del mundo ha habido grupos que estaban más altos y otros en situación más baja, tanto desde el punto de vista político como civilizatorio, cultural, técnico, militar etc. Esto lo pude observar durante tantos años de mi vida en Sudamérica, luego en Italia, España, Suiza y en Chequia, donde ya llevo 30 años. Antes del cristianismo, esta estratificación era inhumana, férrea e implacable, en el sentido de que casi siempre los de más arriba maltrataban a los de más abajo. Manifestaciones de esta actitud en la historia, que constituyen mentiras estructurales, era la esclavitud de los negros en USA e Hispanoamérica, el racismo, el nacionalismo, la explotación social, la opresión injusta de cualquier tipo, la manipulación política o económica etc.
Esteban Twardoch ha abordado bien el tema de Rusia y los intelectuales occidentales, destacando precisamente la tan frecuente ceguera en la percepción de lo real, que ocurre cuando un pensador se encierra, junto con los pensadores que comulgan con sus ideas, en su torre de cristal. Los intelectuales en general tienen la tendencia a no tener ambos pies apoyados firmemente en la tierra, porque suelen carecer de una sólida formación en Filosofía clásica y tantas veces ni han trabajado duro en una empresa. Y así comienzan a flotar en medio de las nubes vaporosas formadas por los propios pensamientos y de los que son afines a su ´Weltanschauung´(cosmovisión).
La visión materialista, hoy tan difundida, hace comprensible -sin justificarla- que Rusia y los intelectuales occidentales no estén en una relación armónica. En la Génesis de los prejuicios todo depende de quién tiene más medios para imponer su parecer al mundo. En el asunto de la mentira en política, no sólo miente Rusia, sino que también se miente en todos los países occidentales, con sus más y sus menos. A manera de botón de muestra, nos han mentido en la pandemia, en los medios informativos y, además, nos tratan mal desde instancias oficiales en lo que se refiere a la inflación, a la crisis, a la corrupción, a la justicia etc. etc.
Además, es un gran error, comparable a la persecución de los judíos por los nazis en Alemania, que se persiga en el Occidente a todo ruso sólo por el hecho de serlo y tener algún patrimonio. Sólo una pequeña minoría tienen fortunas de miles de millones de euros, y aún en este caso no se puede dejar de lado la presunción de inocencia.
Fuente: Esteban Twardoch, un escritor polaco de mucho prestigio) que escribió un artículo para el diario suizo NZZ, el 6.4.22. Nuestra recensión la hemos ampliado con comentarios complementarios nuestros.