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Nueva armonía entre fe y ciencia

https://www.youtube.com/watch?v=HEsas0imGrY

Peter Kopa, 4.5.18

            No siempre ha estado claro, que el objeto de las ciencias naturales es el estudio de las leyes de los fenómenos físicos, con el fin de aplicar los conocimientos así obtenidos para el progreso tecnológico. Si límite es la observación y medición de fenómenos, mediante experimentos o reflexiones matemáticas, por lo que no cuestiona la causa primera de todo lo que es, ni el sentido último de las cosas, sin preocuparte por lo que las cosas son en sí mismas, en su más profunda esencia, lo cual corresponde a la Filosofía y a la Teología.

            Así se comprende que las leyes científicas sean válidas sólo hasta el momento en que surjan contradicciones con otras leyes. Así se superaron, o, mejor dicho, se completaron algunas Leyes de Newton gracias a la Teoría de la Relatividad de Einstein. Hoy el gran tema es llegar a conocer el funcionamiento del cerebro y cómo se relaciona y condiciona los actos libres del hombre.

            La verdad científica radica precisamente en la adecuación entre el sujeto conocedor y el objeto conocido, en base a la evidencia. Pero la verdad que más excita y provoca al hombre en todos los tiempos es la verdad sobre sí mismo, sobre su origen más profundo y su último destino. Y esto sólo lo puede decir la fe religiosa razonable, es decir, una fe que no sea en sí misma absurda ni se oponga a la razón. El cristiano tiene esta problemática resuelta, gracias a la revelación divina, que le permite un punto de partida óptimo para la investigación científica. Por tanto, de ninguna manera la fe supone ´una crucificación de la razón´, como lo decía y lo lamentaba Kierkegaard, sino todo lo contrario:  supone el enaltecimiento de la razón humana que ha sido previamente dignificada y purificada por la fe.

            En los casos en que a alguna persona le ha parecido que existía una desarmonía entre las ciencias y la fe, siempre se ha debido o bien a un prejuicio irracional o a una falta de conocimientos filosóficos, que la mayoría de las veces consistía en un rechazo a priori de la posibilidad misma de la fe al negarse la existencia misma de Dios. Este fue el gran problema del racionalismo ilustrado desde el siglo XVI, que dejó una impronta profunda en el pensamiento occidental.

La neutralidad confesional e ideológica del Estado

            Se comprende el que, hasta hace poco, ciertos Estados se declaraban confesionales, porque este hecho hundía sus raíces en una tradición de muchos siglos, desde el momento en que desde la Iglesia Católica se comenzaron a desmembrar grupos religiosos de cuño protestante, en el siglo XVI. Esta primera separación luego se fue multiplicando hasta llegar a más de 24 mil sectas y grupos religiosos, por ejemplo, en los USA.

            En el libro de Horst Dreier, profesor de Derecho Público en Wurzburgo, Alemania, titulado ´El Estado sin Dios. La Religión en el Estado Moderno´, sostiene que en la actualidad tiene poco sentido que el Estado se identifique con un credo religioso, porque en base a la multiculturalidad de sus ciudadanos, la organización jurídica de una nación no puede ser signo neutral. Mucho antes, ya la Iglesia Católica ha sentado en este sentido el principio de la libertad religiosa, según el cual, ninguna autoridad política tiene derecho a imponer un credo religioso. Esta doctrina se basa en la dignidad humana individual y, por tanto, en el respecto de la propia conciencia.

El conflicto de las cruces en Baviera

            Ahora bien, cuando hay una gran mayoría de ciudadanos que profesan la misma fe religiosa, en la práctica se comprende, por ejemplo, que en Baviera haya cruces en los edificios públicos y que la mayoría de las Iglesias sean católicas. No parece por tanto razonable que el Gobierno en Berlín intenta obligar a los bávaros a renunciar a sus propias tradiciones, sino que más bien debería respetarlo. Y sería absurdo que al lado de la cruz se pongan, por ejemplo, símbolos islámicos, porque son una pequeña minoría a la que se ha permitido entrar por razones de caridad, para que puedan sobrevivir.

            Y no sólo se trata de cruces, sino que los monumentos y símbolos de la fe cristiana abundan en Baviera, o en cualquier país de mayoría católica, como son las Iglesias, nombres de calles y plazas, costumbres, modos de pensar y toda una cultura de valores y de pensamiento que no pueden ni deben tocarse por el Estado, so pena de perturbar la paz. Pero, al mismo tiempo, los cristianos tienen que respetar la conciencia del hombre islámico o israelita, sin oponerse a sus propias tradiciones, siempre que no se opongan al orden público que impone el Estado en relación a cualquier credo.

            En este contexto viene bien recordar, que toda una serie de constituciones políticas comienzan invocando el nombre de Dios, como es el caso en Suiza y USA, que son países que están en la vanguardia en casi todos los órdenes del progreso.

 

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