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Citamos abajo algunos párrafos de Peter Strasser, profesor universitario que enseña filosofía en la Universidad de Graz. Aparecen en su libro recientemente publicado por Sonderzahl en 2022: «Apokalypse und Advent – Warum wir dagewesen sein werden» (Apocalipsis y Adviento – Por qué estaremos aquí y allí). La prensa suiza Neue Zuercher Zeitung los publicó en estos días previos a la Navidad.
Dios mismo entra en nuestro mundo
La grandeza y la miseria, y el sufrimiento de tantos siguen caracterizando a nuestro mundo. Por eso, si quiero transmitir a mis nietas la esencia de la Navidad -me permito aquí una confesión personal-, me atengo a los libros navideños que he leído a mis propios hijos. Es la historia del niño en el pesebre, en el establo de Belén, protegido amorosamente por sus padres José y María, admirado por los pastores, adorado por los Reyes Magos… y en lo alto está la estrella de Belén que lo protege todo.
Hoy en día, el escenario ha cambiado, pero la religión cristiana sigue siendo en gran medida un signo de contradicción (como dijo el erudito religioso y teólogo Adolf Holl): Una visión de Dios como guerrero alimenta fantasías apocalípticas en las que sólo la lucha contra el mal omnipresente promete la salvación.
Sin embargo, el niño en el pesebre contrarresta esta visión: está aquí. Es el signo de la redención que ahora subraya su sentido de paz. En el esplendor de la estrella se detiene la intranquilidad del tiempo: «Nunc stans», la vibración del momento se aquieta – es el momento de la seguridad en el establo. Con la llegada del «Hijo del Hombre» Para el que cree, el mundo se renueva desde lo más profundo.
Consolación de lo sublime
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El esplendor de la seguridad redentora brilla a través de los siglos. ¿Qué es eso nuevo que hay en el mundo? Es el misterio que el cristianismo testimonia en la historia de la encarnación de Dios. Al abrazar nosotros al niño, somos también nosotros los acogidos y amados por él. Así es como respondería a mis nietas si me preguntaran por qué nos deseamos «Feliz Navidad», prescindiendo del hecho de que todavía son muy pequeñas y no hablan. Pero de todos modos me lo preguntará alguna vez, porque saben que se les quiere.
Comentarios
Hans Jonas, un profesor alemán judío de Filosofía, dijo que después de Auschwitz ya no se puede creer en Dios como antes. Y esto cabría hacerlo extensivo a catástrofes aún mayores en cantidad y gravedad que ocurren hoy: los 60 millones de abortos desde 1945, el rechazo de tener hijos a cambio de una mayor libertad personal aparente, y tantos otros crímenes mortales para millones de almas. Ante este hosco panorama es impresionante ver cómo las enseñanzas de Jesucristo nos aseguran que su Misericordia es todavía infinitamente mayor, dispuesto a perdonar uno a uno a las personas pecadoras, si le piden perdón.
Este es por tanto el gran mensaje de Belén: tener fe y esperanza, so pena de la pérdida de la propia alma en una eternidad Dolorosa, alejada de Dios.
Sin embargo, el peor de todos los males es el ser víctima de ciertas influencias ambientales, que pueden levantarse como barreras impenetrables que obstaculizan a conocer y creer en Dios. Estas interferencias actúan como cristales que deforman la realidad a causa de ideologías, prejuicios y todo tipo de errores y mentiras. Lamentablemente estas barreras son causa del ateísmo y de la disolución de los principios morales que todos tenemos en la conciencia. Pero nadie puede juzgar la medida de la responsabilidad personal de los demás, porque nadie puede conocer y sopesar todos los elementos de juicio, sólo Dios, que ha perdonado al buen ladrón colgado a su lado en la cruz.
Incluso en tal situación, Dios mueve a la conversión, pudiendo siempre resucitar muertos, como a Lázaro. Función de la religión en USA
