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Georgia logra natalidad + 50%
Peter Kopa, 3.8.2025

Sigue una recensión comentada del artículo de Kurt Mahlburg del 31 de julio de 2025 en Daily Declaration, Australia

No faltan malas noticias en lo que respecta a la escasez de nacimientos a nivel mundial. Ya en 2021, más de la mitad de los países tenían una fertilidad total (TFT) inferiores a 2,1 hijos por mujer, la cifra necesaria para que la población se mantenga estable, sin contar la inmigración. En Japón y Corea, esa tasa ya es críticamente baja, con 1,21 y 0,72 respectivamente. Australia no está mucho mejor, ya que los últimos datos muestran tasas de fertilidad «peligrosamente bajas», de solo 1,5 TPH. Mientras que los catastrofistas climáticos sin duda aplauden estas cifras, los economistas hacen sonar las alarmas:. https://www.abc.net.au/news/2024-10-17/australia-birth-rate-hits-rock-bottom-economic-consequences/104480816

Una población en declive (y, por lo tanto, envejecida) significa un crecimiento económico más lento, una reducción de la innovación y, lo que es más urgente, menos contribuyentes para sostener los ya sobrecargados sistemas sanitarios y de pensiones de Australia. Estos problemas aumentarán en la medida en que se agrave el déficit de fertilidad. Y una vez que la tasa de fertilidad de un país comienza a descender, es muy difícil invertir la tendencia.

Un milagro en Georgia

https://thinktanklatam.org/el-privilegio-de-los-hijos-de-familia/

Georgia, en Europa del Este, es una excepción a esta regla. En 2005, las mujeres de Georgia tenían solo 1,4 hijos, lo que lo situaba entre las tasas de fertilidad más bajas del mundo, en ese momento. Pero en 2014, el país había logrado aumentar su tasa de fertilidad total a 2,1, lo que supone un aumento del 50 % en menos de una década.

¿Qué hizo Georgia para revertir su escasez de nacimientos? En 2007, el patriarca Ilia II, que preside la Iglesia Ortodoxa Georgiana, anunció que bautizaría personalmente y sería el padrino de cualquier tercer hijo o posterior». Desde 2007, más de 30 000 bebés (el 34,5 % de los nacimientos de tercer orden o superior) han sido bautizados en el marco de este programa.

El Gobierno de Georgia también respaldó esta iniciativa con prestaciones por hijos y desgravaciones fiscales. Pero fue primariamente el impulso religioso lo que impulsó el cambio.

La Iglesia fue el detonante del cambio

Un estudio publicado a principios de este año en la revista Journal of Population Economics confirma que la oferta del patriarca de bautizar a los terceros hijos o posteriores impulsó significativamente las tasas de natalidad.

En un artículo titulado «Baby boom de inspiración religiosa: pruebas de Georgia», los investigadores descubrieron que la tasa de fertilidad nacional de Georgia aumentó un 17 % —aproximadamente 0,3 hijos más por mujer—. Esto se tradujo en aproximadamente 38 000 nacimientos adicionales entre 2008 y 2013.

Entre las mujeres ortodoxas georgianas, los nacimientos de tercer orden y superiores se duplicaron, y las tasas de matrimonio aumentaron en más de 10 puntos porcentuales.

Aún más sorprendente es que las tasas de aborto disminuyeron ligeramente, pero los nacimientos no deseados no aumentaron. En otras palabras, las mujeres no sufrían presiones algunas para llevar a término embarazos no deseados, sino que estaban eligiendo tener más hijos que realmente querían.

Es fundamental señalar que el estudio descartó el fin de la guerra ruso-georgiana de 2008 como causa del cambio en la fertilidad: el aumento de los nacimientos se produjo inmediatamente después del anuncio del patriarca y se observó de forma sistemática en todo el país, incluso en regiones no afectadas por el conflicto.

Recuperar el honor de la maternidad

Los hombres, por lo general, no quieren presionar a sus esposas para que tengan más embarazos y partos de los que ellas desean. Esto convierte a las mujeres en las principales árbitras del número de hijos dentro del matrimonio.

Esto se debe a que las mujeres se ven mucho menos impulsadas por las preocupaciones económicas que los hombres, por lo que las políticas puramente económicas no funcionan. ¿Cabe imaginar a una mujer decidiendo tener otro hijo gracias una desgravación fiscal?

Sin embargo, lo que sí impulsa a las mujeres es su entorno social.  Esperan ser aceptadas y bien consideradas por los demás. Y aquí llegamos al quid de la cuestión: la genialidad de este programa es que restaura el honor de la maternidad. Y esto funciona mucho mejor que el dinero.

Comentarios y conclusiones

Es evidente que todo el futuro de la civilización mundial depende de que la mujer sea fiel a su vocación natural. Estamos aquí ante una prueba real de que, incluso en el siglo XXI, los valores cristianos y la guía moral de la Iglesia son la base y punto de partida para afrontar incluso los complejos problemas políticos y a mejorar la economía y la cultura.

Por tanto, todos los que difunden la vida cristiana se merecen, y hasta tienen un cierto derecho moral a recibir ayuda del estado. Así se pueden ahorrar muchos billones, ya que está más que demostrado y comprobado que los incentivos económicos no sirven para nada. Pero hay más aspectos a considerar:

El actual resurgimiento de la fe cristiana permite esperar más nacimientos en todo el mundo, y, a la vez, una lucha renovada contra el aborto, la pornografía y la eutanasia.

Hasta 1960 en todo el mundo se daba por supuesto tener muchos hijos. La cultura y tradición hebrea y cristiana han sentado las bases sólidas que han hecho posible la grandeza de Occidente. En cada nación y zona del mundo, la defensa de la vida ha sido siempre una realidad. Qué diferencia esencial hay entre los sacrificios rituales paganos en Méjico (Aztecas), la India, Grecia etc. y el aborto?

 

 

 

 

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