El síndrome antibélico
Peter Kopa, Praga, 5.8.2024
Resumimos y comentamos un artículo publicado exclusivamente en la Neue Zuercher Zeitung en alemán, escrito por el estadounidense Edward Luttwak, estratega militar, politólogo e historiador. El original se publicó en la revista británica «Unherd». Su observación es que los gobiernos son cada vez más reacios a enviar sus soldados a la guerra. Nos dice que tanto el Occidente como sus tradicionales oponente no están realmente dispuestos a hacer la guerra. Un precedente de esta tendencia la podemos observar en la decisión de Bill Clinton de abandonar Somalia a su suerte, después de que hayan sido matados 18 soldados americanos en una operación fracasada.
Situación general
Luttwak nos dice que las fuerzas armadas europeas -desde los rangos más bajos hasta los más altos- se preocupan sobre todo de mantener la ilusión de una capacidad de defensa, mientras que la preparación real para el combate sólo se da en contados casos. Es el caso, por ejemplo, de las todavía operativas fuerzas armadas británicas, aunque sus contingentes estén muy reducidos. Y lo mismo ocurre con Rusia y China. Rusia, hace años, se enzarzó en una larga guerra contra Afganistán y después de nueve años renunciaron a seguirla, en la que perdieron la vida 14.453 soldados rusos. En la guerra de las Malvinas Gran Bretaña perdió 255 soldados, lo cual sintió mucho Thatcher escribiendo cartas a sus familias, todos los días, hasta altas horas de la noche.
Cuando Macron comenzó a decir que Europa tenía que enviar tropas a Ucrania, la OTAN no se quiso dar por enterada de este planteamiento, mientras que los ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores de Italia reaccionaron ante esta propuesta con gran vehemencia, diciendo que Italia en ningún caso enviaría sus contingentes para ayudar a Zelensky. Algo análogo aconteció con ocasión de los ataques de los Huthi, en el mar rojo, a los barcos que se dirigían al Canal de Suez. Sólo USA y Gran Bretaña han bombardeado sus depósitos de municiones en Yemen. Francia no hizo nada desde su basa militar en Djibouti.
La causa de toda esta pasividad la ve Edward Luttwak en la situación demográfica actual, que ya hace muchos años va disminuyendo la población, y, por tanto, en USA, por ejemplo, el ejército sufre un déficit de personal. A esto se suma un cambio de mentalidad que considera la guerra como algo sin sentido. Menciona al respecto la China con sus 1.4 mil millones de habitantes y cómo la antigua política de un sólo hijo ha envejecido la población a fuerza de muchos años de abortos forzosos. El lado positivo de todo esto Luttwak lo ve en la enorme reluctancia de los gobiernos para enviar su gente a la guerra, porque esto supone disminuir la propia productividad económica y hacer frente a un costo político de protestas. Hay que tener en cuenta que en las guerras se sacrifica la flor de la juventud, donde encontramos jóvenes y padres de familia. En cambio, se han impuesto las advertencias y amenazas, especialmente de Putin y de Ji Jinping, que se van convirtiendo en una especie de culto político o en ladridos de perros que no muerden.
https://thinktanklatam.org/habra-guerra-en-europa/
Comentarios
La demografía es un factor, pero no el único. Es probable que la pérdida del sentido de comunidad desempeñe un papel importante. La sociedad está cada vez menos cohesionada porque es demasiado heterogénea. Las organizaciones internacionales como la OTAN, UE o la ONU presentan en sus declaraciones un perfil relativista y materialista, valorando la persona sólo como dato estadístico. Esto ha contribuido a erosionar los valores tales como la patria, la religión, la familia y otros tantos principios, que siempre han estado en la base de la disposición de ir a la guerra. Al mismo tiempo, el estado es cada vez más voraz fiscalmente y espía y maltrata al individuo mediante el empleo de tecnología digital. Fuera del núcleo familiar – si es que se disfruta de una familia-, la gente está dispersa y demasiado pendiente del PC o del teléfono. Muy pocos están hoy dispuestos a jugarse la vida en combates sin sentido, lejos del propio país, por una estrategia política que en el fondo permite la sospecha de que se hace por motivos poco nobles, como es el enriquecimiento de unos pocos a precio de sangre.
El hecho de que desde 1945 nunca se haya lanzado un ataque nuclear raya en el milagro, considerando que hay varios miles de bombas nucleares preparadas para su empleo, sin olvidar que van en aumento en número de países con potencial nuclear. Es sólo una cuestión de tiempo hasta que Irán, u otro país islámico, logren agregar a su arsenal la bomba atómica. Gracias a que todos saben muy bien que su empleo destruiría la biósfera de la tierra, porque nadie podría estar a salvo de la radioactividad, hasta ahora ha prevalecido el sentido común de que nadie quiere convertir nuestro planeta en un desierto de cenizas.