El error del maltusianismo

https://www.youtube.com/watch?v=GiwJ8mgytXA , en español.

Recensión por Peter Kopa, Praga

Fuente: Olivier Kessler, director del Instituto Liberal de Zúrich. Trató el tema en un artículo aparecido en Neue Zuercher Z., en Julio 2022

Como es bien sabido, el maltusianismo sostenía el principio, de que la producción de alimentos quedaría a la zaga del crecimiento demográfico, cuya explosión se produjo hace 180 años gracias a la mecanización agrícola, la medicina, la higiene y el adelanto tecnológico. Sólo 200 años atrás el mundo tenía una población de mil millones, y ahora tiene casi ocho mil millones de personas. Sin embargo, lo sorprendente es que conforme iba aumentando la población iba también subiendo el nivel de vida, no llegando a producirse la hecatombe del hambre pronosticada por Thomas Robert Malthus, sino todo lo contrario. Esta es la prueba del error del maltusianismo, que lamentablemente ha tenido una aceptación relevante entre los intelectuales.

Según datos del Banco Mundial, gracias a la economía abierta, desde 1990 hasta hoy han salido de la pobreza mil millones de personas, sobre todo en el Oriente Medio y en el Asia. Y esto a pesar de que, durante este periodo, la población mundial ha aumentado en dos mil millones.

La equivocación de Maltus

No es la primera vez que una afirmación con pretensiones científicas se equivoca, igual como en los casos de la teoría de Darwin, de Marx, Hitler etc. El error del maltusianismo se debe a que Malthus no ha tenido en cuenta en sus cálculos las capacidades del hombre. A diferencia de todos los demás seres vivos, su inteligencia le permite conocer profundamente las leyes de las cosas, que dan lugar a una continua innovación y creatividad. Es decir: la evolución científica y tecnológica avanzan más rápido que el crecimiento demográfico.

Además, la densidad poblacional favorece un mayor intercambio de conocimientos y experiencias. Para entender esto mejor valgan los siguientes casos: los pocos genios que han descubierto la electricidad han iluminado y dado energía al mundo entero. O la invención de la máquina a vapor, seguida por los motores a explosión, sustituyeron la fuerza del hombre y de las bestias, que a su vez aumentó también la producción alimentos.

El ecosistema no sufre

Algunos dicen que este progreso humano es a costa de nuestro planeta, que explotamos cada vez más despiadadamente. Pero esta historia también pertenece al ámbito de los mitos. Más prosperidad no significa más contaminación, sino todo lo contrario. Especialmente en los países ricos, hay normas exigentes que protegen el medio ambiente y en este sentido se fomentan innovaciones empresariales de todo tipo. Las sociedades ricas de los países industrializados occidentales exigen métodos de producción más limpios, como es el caso de filtros de escape, gasolina sin plomo, plantas de incineración de basuras, la reforestación de los bosques, la protección de la biodiversidad, los productos orgánicos etc. El cuento del CO2

Por lo tanto, no es bueno dejarse influir por ideologías falsas y destructivas que buscan la reducción de la población. Lo importante, es el orden básico de la libertad, como destacó Friedrich August von Hayek en su obra «La Constitución de la Libertad». Los conocimientos intercambiables, la competencia en el mercado libre y las reglas morales básicas garantizan el progreso sin explotación de los recursos naturales.